Comprendo, a pesar de ligaduras indecibles e innumerables, que
llegó el momento de agradecernos la intimidad de los últimos
meses y decirnos adiós. Todas las ventajas serán tuyas.
Creo que nunca nos entendimos de veras; acepto mi culpa,
la responsabilidad y el fracaso. Intento excusarme -
sólo para nosotros, claro- invocando la dificultad que impone
navegar entre dos aguas durante X páginas. Acepto
también, como merecidos, los momentos dichosos.
En todo caso, perdón. Nunca miré de frente tu cara, nunca te mostré la mía.
J.C.O.
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miércoles, 15 de septiembre de 2010
Onetti, Tan triste como ella
Querida tan triste:
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