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jueves, 9 de septiembre de 2010

Eduardo Guidiño Kieffer (fragmento)

No se porque tengo urgencia de hablar con vos, de hablar de todo de niñez de olores, de colores, de sabores de alegrias de tristeza, de metaforas, de poetas, de cine, de instantes.
No me alcanza el tiempo, tendriamos que ser vecinos y ponernos a charlar desde la medianera, tal vez deberiamos ser viejos borrachos que se sientan en la barra del bar todas las noches a ver como los anillos de humo llegan al techo, mientras hablan de cosas y revuelven un hielo en el whisky
o beben de una botella un trago de cerveza. Aunque ser compañeros de bancos de la escuela tampoco seria mala opcion pero ya la escuela la pasamos, si vamos juntos a la universidad?
Compañeros en el gerìatrico?y si fueramos como la canciòn de Victor Manuel(( "Solo pienso en ti, juntos de la mano se los ve por el jardìn no puedo haber nadie en este mundo nadie màs feliz. Sòlo pienso en ti"))( seriamos dos piruchitos en el loquero")bueno no sè me colgue de la palmera y no estoy escuchando a Bob Marley, el asunto es que necesito hablar , que habrà pasado en la otra vida que nos quedaron tantos temas pendientes .....




Ahora crezco , crezco: Mi cabeza rompe el techo y lo sobrepasa, llego hasta el cielo, soy un àrbol enorme , altìsimo duro: toco las nubes con las ramas -dedos , cada pelo es una hojita. Mi cabeza se ha vuelto verde de repente. La piel es corteza, la sangre es savia, el aire me hace cosquillas. Un aire alto y agudo, un aire de violìn y de flauta, què lindo.
Y no tengo dos ojos sino mil, diez mil, cien mil: ojos por todas partes, ojos que no se ven pero que se ven , ojos de àrbol , ojos de madera, ojos que sienten el frìo, el calor , la lluvia, el paso de la gente, las palabras que se pierden, las promesas que se rompen , la hierba que crece, la proximidad de la tormenta. Ojos para presentirte. A vos, si, a vos que sos un pàjaro carpintero , un pàjaro carpintero que viene volando y se posa primero en mi brazo derecho y despuès salta y empieza a hacer un agujero en el tronco, aqui, justo dònde està el corazòn , justo donde tenès que anidar para siempre. Toc, toc, toc. Cada picotazo es un estremecimiento, un precioso delicioso dolor, cada picotazo hiere y acaricia y lastima; saltan las astillas, los trocitos de madera y de la sangre; el hueco se agranda, es un hueco para protegerte del frìo , de la helada del granizo. Entrà, eso es, asì, entra, toda tibia de plumas toda temblando entera. Entra
Y despuès a volar dentro de mi propio cuerpo. Ahora soy el universo que te contiene, el universo esfèrico, perfecto. Todos mis puntos equidistan del centro y el centro sos vos; pàjaro, pàjaro azul, pàjaro màgico, pàjaro encantado , pàjaro de oro, ahora estàs encerrada en mì y ya no podes irte, no quiero que te vayas, no quiero ni siquiera que quieras irte. Quiero seguir jugando a ser lo que somos: arbol y pàjaro, esfera con el centro en el centro y vos en el centro pelota que rueda, sin que nadie sepa que la impulsan las alas del pàjaro interior, que de repente se vuelve livianita y etèrea, que emprende un viaje por lo alto dejando allà abajo el parque con chicos que pasean en bicicletas azules, rojas y amarillas; dejando allà abajo un rìo marròn con velitas blancas; dejando alla abajo todo lo que debe estar allà abajo; la ciudad la gente, las chimeneas, los colectivos. Es lindo volar asi, como un globo, es lindo subir y subir, y desde arriba dar la leccion de geografìa; esto es Entre Rios, eso es Santa Fe, eso el Uruguay , eso el Atlàntico. El mar . Podemos bajar, podemos bajar ahora, el mar es puro, y es rico, el mar es un gran vendedor de tiempo, tenemos que comprarle algo, tenemos que comprarle un dìa o dos para gastarlos nosotros solos, para estirarlos como si fueran chicle y tranformarlos en un año , en un siglo en un milenio.Algùn dìa bajaremos de verdad al mar De verdad no de en sueños.De verdad a disfrutar de ese verde lleno de gluglù acariciarte y tierno , a rodar por la arena del fondo, entre las rocas y los corales y las algas. Rodar. Yo, la esfera con el pàjaro dentro en el fondo del mar.Cecilia saltando regocijada y viendo desfilar los peces de colores, antes de volver al lugar que corresponde , segùn dicen los demàs, el lugar llamado tierra firme, el lugar donde las cosas se ven a la altura de uno, no desde arriba, ni desde abajo, el lugar donde las cosas son como deben ser, donde nadie cree que uno pueda transformarse en àrbol, pelota o globo con pàjaro adentro. Este lugar Cecilia. Aquì . Mirà que feo lo que se ve a travès de la ventana: las camisetas colgadas en la azotea vecina y una paloma toda triste, toda amontonada , toda sola.

Eduardo Gudiño Kieffer.

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