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viernes, 6 de diciembre de 2013

Reynaldo Sietecase, Negro


 A pesar de la mirada celeste de mis hijos
tengo la piel del color de la noche
Podría haber protagonizado a Malcom X
o ser un cantante de blues disfrazado de mesías
en un film de Spike Lee
Mi madre es Tina Turner
tiene muslos firmes
y voz de demonio
todavía la sueño besándome en la frente
antes de ir al colegio de curas
en un tiempo olvidado

Pude ser el primer astronauta negro
con sólo propónermelo
un Satchmo
viajero cósmico en trompeta
tierno y de boca generosa

Me nací con este tono carbón
hace diez años en Santa Tereza
cerca del bar Lago das Neves, en Río
Vi una luna redonda y negra
como la sangre seca sobre la tierra

Cuando ocurrió
los parroquianos de la cervecería
no notaron el cambio
Desde entonces
tengo el tinte de Carlos Miranda
un domador de anfibios
despedido de O Globo
por su escritura tortuosa y morena

Pude cantar con mi hermano Milton Nascimento
Iuri Sayé es mi ahijado
y como buen padrino obediente y negro
persigo relatos para ese niño
que juega en el corazón de la Baixada Fluminense

Viré al negro de golpe
como la negra única que me abrió sus piernas
en la noche plástica de Copacabana
inmensamente triste por mi curiosidad
ante sus orgasmos fingidos

El dentista de mi barrio
ya no quiso atenderme
y me vi obligado a mudar de ciudad
para evitar a los vecinos
Paseo por la rambla junto a Carl Lewis
con zapatos rojos de tacones altos
esperando los aplausos de los paseantes
por mi repentina negritud

A veces soy relámpago como Parker
y mastico alucinaciones de vinilo
o devengo un simple negro argentino como Pincén
el de los huesos pequeños y amarillos
en el Museo de La Plata
Un negro presumido
como los atorrantes de Villa Banana
o los rufianes golpeadores del Saladillo
Hombres del vino tinto
sin futuro posible más allá de los vasos

Pude ser feroz como el cacique arbolito
degollador del general Rauch
vengador de indios muertos
en la Campaña del Desierto
Alfarero como un toba de bellas manos
con olor a América profunda
ese aroma a Orín y desdicha
que nos acompaña desde hace cinco siglos
Mago como los negros protectores
del Caribe
mujer morena como Dominga Ñancufil
Gorda como las madres del Pelourinho
adoradoras del mar

Pude ser ministro de Mandela
durante la transición sudafricana
Bendecido por Bob Marley
reclamo justicia mientras me balanceo
Un negro de Cuba
Un negrazo digno
sobre el azucar blanca
Como Beny Moré a quie supe negro
desde su primera canción desconsolada

Pude también
ser un negro infame parecido al blanco
con un negro corazón
Un zapatista en busca de la vida eterna
Sólo por mi color jugué junto a los medicampistas
más habilidosos de Medellín
Un negro del Perú
un coya de la Puna
un negro fantasioso como el Quijote
pude ser
pero me conformé con este negro que arrastro
Un negro en soledad
tecleando una máquina de escribir.


Reynaldo Sietecase 


este texto fue extraìdo de  http://tustextos.com/matias/

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