me abstraigo en misterios grises oxidados
cada día me acerco más al olvido
mi sombra olvidada en los rincones.
Regalo un gastado verso para cada mujer de ocasión
mi corazón es una uña encarnada.
En mitad de la noche llega el recuerdo
de aquellos fríos besos en las esquinas.
No tendríamos que habernos conocido.
Soy el vaivén de tus noches de insomnio.
Tú la dalia evanescente de mis noches de hastío.
De una cosa estoy seguro, no moriremos de amor.
Cada tanto el viento me trae tu imagen
y aquella canción que ya nadie escucha.
Fuimos lo que fuimos un planeta desierto
tu pelo ardiendo frente al mar.
No seremos leyenda ni recuerdo entre las brumas,
ni siquiera la huella de un paso en la nieve.
No seremos nada. Un viejo tren sin conductor
que solitario viaje rumbo al olvido.
Hugo Vera Miranda inmaculadadecepcion.blogspot.com.ar
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