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domingo, 17 de febrero de 2013

Ricardo Zelarayán


El día menos pensado, sino fue ayer, ¿ será hoy, será mañana?

Cantemos el día que viene ya al día que nos deja. Pero, ¿ cuál será, cuál podrá ser el día menos pensado?


El día es luz que se prende y se apaga, un abrir y cerrar de ojos, una ola de tantas que hace arruga en el tiempo.

El día menos pensado es una ola enorme e inesperada que nos sacude de alegría o de pena, mucho más que los días de siempre que arden como paja en el fuego eterno del tiempo.

Flor muy blanca o muy oscura en el tiempo de la memoria, el día menos pensado viene hacia nosotros lento y seguro como un cisne blanco o negro, pero al llegar salta como un puma negro o blanco.

El día esperado se piensa y cuando llega nunca nos conforma del todo porque siempre es más chico que la esperanza.

El día menos pensado, en cambio, no da tiempo de nacer ni de crecer a la esperanza. Se nos viene encima nomás... Es pura suerte.

Siempre será, mucho mejor que domingo y mucho peor que lunes. Pero es un decir. Decir domingo que viene es un decir de la esperanza porque domingo que viene es un día muy pensado.

La vida tiene subidas y bajadas, pero nuestros días pensado se aplanan como la sombra. Son nuestra sombra en el tiempo. Los días menos pensados brillan como estrellas en nuestra memoria.

El día menos pensado es puro día o pura noche en el recuerdo. O una mañana sola sin tarde y sin noche. O una noche sin tarde y sin mañana. O un puro instante que se recuerda sin luz ni sombra y que vale años o una vida.

Será hoy, si no fue ayer, será mañana?

Pensar es esperanza. Así no va, así no viene.

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