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martes, 12 de febrero de 2013

Eduardo Galeano, esos aplausos( lo vivo que estas)

Desde que Federico García Lorca había caído, acribillado a balazos en los albores de la guerra española, La zapatera prodigiosa no aparecía en los escenarios de su país.
Muchos años habían pasado cuando los teatreros del Uruguay llevaron esa obra a Madrid.
Actuaron con alma y vida.
Al final, no recibieron aplausos.
El público se puso a patear el suelo, a toda furia; y los actores no entendían nada.
China Zorrilla lo contó:
Nos quedamos pasmados.
Un desastre.
Era para ponerse a llorar.
Pero después estallo la ovación. Larga, agradecida. Y los actores seguían sin entender.
Quizás aquel primer aplauso con los pies, aquel trueno sobre la tierra, había sido para el autor. Para el autor, fusilado por rojo, por marica, por raro.
Quizás había sido una manera de decirle: Para que sepas Federico, lo vivo que estás.
Eduardo Galeano

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