Cuando una tarotista y un vidente se enamoran, los planetas no saben
para dónde orbitar. La luna se tara, el café no produce borra, los
pájaros premonitorios se esconden en los nidos, las bolas de cristal
tienen estática y las lechuzas prefieren mirar para otro lado. Los
amantes buscan en vano señales sobre el futuro, pero los naipes de la
tarotista se van al mazo y los artilugios del vidente se descomponen.
Ella se pregunta: ¿me engañará algún día? Nadie le responde. Él quiere
saber: ¿tendremos hijos? El porvenir no contesta. El amor viaja en una
frecuencia distinta a la del presagio, el deseo es un ahora. Un ahora o
nunca. Cuando una tarotista y un vidente se enamoran, quedan anclados
del presente. Viven juntos. Tienen hijos. Una tarde uno de los dos se
cansa del amor y recupera las facultades. Lo primero que ve es al otro,
llorando mañana.
para leer màs: http://editorialorsai.com/blog
tarot realizada por Salvador Dalì
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