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martes, 31 de agosto de 2010
Gunter Grass, el tambor de hojalata (fragmento)
(...)
¿Qué más diré? Nací bajo bombillas, interrumpí deliberadamente el crecimiento a los tres años, recibí un tambor, rompí vidrio con la voz, olfateé vainilla, tosí en iglesias, nutrí a Lucía, observé hormigas, decidí crecer, enterré el tambor, huí a Occidente, perdí el Oriente, aprendí el oficio de marmolista, posé como modelo, volví al tambor e inspeccioné cemento, gané dinero y guardé un dedo, regalé el dedo y huí riendo; ascendí, fui detenido, condenado, internado, saldré absuelto; y hoy celebro mi trigésimo aniversario y me sigue asustando la Bruja Negra. "Amén". Deje caer el cigarrillo apagado. Fue a parar a las planchas de la escalera eléctrica. Después de haber ascendido por algún tiempo en dirección del cielo en un ángulo de pendiente de cuarenta y cinco grados. " Gunter Grass pintura, Giorgio de Chirico
Rodolfo Wukcock, Los amantes
La primera semana se alimentaron de galletitas, de las que se habían provisto abundantemente. Como se terminaron las galletitas, ahora se comen entre ellos. Anestesiados por el deseo, se arrancan grandes pedazos de carne con los dientes, entre dos besos se devoran la nariz o el dedo meñique, se beben el uno al otro la sangre; después, saciados, hacen de nuevo el amor, como pueden, y se duermen para volver a comenzar cuando se despiertan. Han perdido la cuenta de los días y de las horas. No son lindos de ver, eso es cierto, ensangrentados, descuartizados, pegajosos; pero su amor está más allá de las convenciones.
Rodolfo Wukcockpintura: Amantes, de Nicoletta Tomas
UNA FOTOGRAFA ELIGE SU IMAGEN FAVORITA: HELEN ZOUT Y CORDERO DE DIOS, DE MARCOS LOPEZ
Por Helen Zout
Elegí esta foto por varios motivos. Primero, porque se la siente tan cercanamente argentina como el dulce de leche, la birome o Marcos López. Segundo, es simple y a la vez profunda. Tercero, la tengo muy presente. Señal inequívoca, para mí, de una buena foto. Cuarto, es también universal porque alude, inevitablemente, a La Ultima Cena, la maravillosa obra de Leonardo Da Vinci.
Leonardo creó esta pintura –quizá su mejor obra, la más serena y alejada del mundo temporal– durante años de conflictos bélicos, intrigas, preocupaciones y calamidades.
El asado de Marcos López es, según mi criterio, una adaptación de esta magnifica imagen, en concordancia con algunas costumbres argentinas. En este caso, la comunión ritual de los domingos. Por supuesto asociada con nuestras tradiciones carnívoras: exquisito asado, achuras y cordero, no explícitamente redentor, pero sí en manos de ávidos comensales. Y, sumado a todo esto, el infaltable tinto.
El cordero está a punto de ser cortado por las manos de un muchacho de barrio después de un partidito de fútbol. Es el personaje central: un cuarentón pelilargo con aspecto setentoso y pancita de cerveza que mira a la cámara y nos expresa a través de sus ojos y sin retaceos su estado emocional. Se lo ve melancólico pero “acostumbrao”, como diría Inodoro Pereyra.
Un Cristo humanizado y pagano. Los límites de sus sueños se chocan justo en la intersección de la costillita, el chorizo y la morcilla. Placeres menores que compensan males mayores en un país difícil y complicado. La expresión de sus ojos también parece dejarnos en claro que el asado no cura, sólo alivia. Es en ese lugar común donde el autor nos deja asomarnos al abismo propio, al ajeno. Al abismo de los límites y de la banalidad con la que a veces se sobrellevan los límites.
Ni angustia, ni dolor, ni alegría. Banalidad. Entonces, me pregunto: ¿cuáles son las diferencias entre los personajes de La Ultima Cena de Leonardo y los de Marcos? ¿Y las semejanzas? Antes y ahora, todos los personajes son capaces de amar, disfrutar y traicionar; sencillamente porque los une su condición humana.
Quizá la diferencia radique en que en esta obra Marcos López mató y domesticó la solemnidad de la obra original. Los personajes se parecen tanto a la cotidianidad, que incomoda. En esta obra, alejándonos un poco del chiste o la ironía, Marcos permite identificarnos hasta la ternura con estos personajes tan humanamente queribles. Y por qué no, también nos deja ver la posibilidad del disfrute momentáneo del asado.
Al final, Marcos tenía razón. Su obra y la mía hablaban de lo mismo, pero dicho de otra manera. Eran otras las máscaras, pero debajo de ellas habitaban los mismos fantasmas.
Cuando nos conocimos, él recién venía de Santa Fe y quería trabajar con los estereotipos de cartón de las “chicas” de tamaño humano de las publicidades, y yo estaba trabajando con máscaras en mi obra de los niños con sida, dándole una nueva dimensión al dolor con el que estaba atravesada mi propia vida.
En el transcurso de todos esos años quizá las máscaras, tanto las suyas como las mías, se fueron desvaneciendo, dejando espacio para los seres de carne y hueso que, por reales, son los que más nos duelen.
En fin. Es hora de levantar la copa, por lo que pudieron y lo que no pudieron. Ellos y nosotros. Por los sueños alcanzados y por los frustrados. Por todo lo vivido hasta ahora, en la mitad de nuestras vidas. Y por Marcos López y sus fotos. Salud.
Testimonio recogido por Mercedes PomboMarcos López es fotógrafo y nació en Santa Fe, Argentina, en 1958. Sus imágenes, tan personales y latinoamericanas, se separan de la estética fotográfica típica de otros artistas. En los ’90 López desarrolló la serie Pop latino, que arrasó con las pautas establecidas en el campo fotográfico del momento e impuso su propia mirada pop, totalmente alejada de Warhol y sus amigos. Distintos personajes, distintas miradas y estereotipos locales han quedado fijados en estas fotografías, marcadas por su inconfundible ironía de colores brillantes y saturados. A partir de ahí, López se zambulló en la era digital. Su camino se focalizó hacia el uso del photoshop y la manipulación de imágenes. Fotografías en donde no faltan el humor y la apropiación del arte y su historia.
nota publicada en el diario pàgina 12 el domingo 18 de julio del 2010domingo, 29 de agosto de 2010
N. KAZANTZAKIS, Prefacio de la Ultima tentacion de Cristo
N. KAZANTZAKIS
para los que quieran leer la novela:
grupos.emagister.com/documento/nikos_kazantzakis__la_ultima_tentacion_de_cristo/1038-92678
Galeano
Metàlica NOTHING ELSE MATTERS (Nada màs importa)
no seria mucho mas del corazon
por siempre confiando en quienes somos
y nada mas importa
nunca me abri a mi mismo de esta manera
la vida es nuestra y la vivimos a nuestra manera
todas esas palabras simplemente no las dije
y nada mas importa
busque confianza y la encontre en ti
cada dia para nosotros algo nuevo
la mente abierta para una mirada diferente
y nada mas importa
nunca importo por lo que hacian
nunca importo por lo que sabian
pero lo se
tan cerca no importa cuan lejos...
no seria mucho mas del corazon
por siempre confiando en quienes somos
y nada mas importa
nunca importo por lo que hacian
nunca importo por lo que sabian
pero lo se
nunca me abri a mi mismo de esta manera
la vida es nuestra y la vivimos a nuestra manera
todas esas palabras simplemente no las dije
y nada mas importa
busque confianza y la encontre en ti
cada dia para nosotros algo nuevo
la mente abierta para una mirada diferente
y nada mas importa
nunca imporo las cosas que decian
nunca importaron los juegos que jugaron
nunca me importo lo que ellos hacian
nunca me importo lo que ellos sabian
y lo se.
Metàlica
viernes, 27 de agosto de 2010
Raùl Gonzalez Tuñon, Un juguete roto en el basural
También fuera del sueño.
A veces está allí donde el poeta mira.
Y nada más poético que ese juguete roto
-extraña flor brotada a la intemperie-
que junto a los residuos
los inquilinatos grises y fraternales
y la hierba menuda del baldío recatado
en el bosque de
piensa cuando jugaba con él un dulce niño
que después fue soldado
. Nunca vuelven.
Y un poema está allí, donde no está el poeta.
Raùl Gonzalez Tuñon
cuadro : Carlos A Diaz Barrios
Hector Germán Oesteheld, El eternauta
jueves, 26 de agosto de 2010
Jacobo Fitjman, canto del cisne
Demencia:
El camino más alto y más desierto.
Oficios de las máscaras absurdas; pero tan humanas.
Roncan los extravíos;
Tosen las muecas
Y descargan sus golpes
Afónicas lamentaciones.
Semblantes inflados;
Dilatación vidriosa de los ojos
En el camino más alto y más desierto.
Se erizan los cabellos del espanto.
La mucha luz alaba su inocencia.
El patio del hospicio es como un banco
A lo largo del muro.
Cuerdas de los silencios más eternos.
Me hago la señal de la cruz a pesar de ser judío.
¿A quien llamar?
¿ A quien llamar desde el camino
tan alto y tan desierto?
Se acerca Dios en pilchas de loquero,
Y ahorca mi gañote
Con sus enormes manos sarmentosas;
Y mi canto se enrosca en el desierto.
¡Piedad!
Jacobo Fitjman
miércoles, 25 de agosto de 2010
UN FOTOGRAFO ELIGE SU FOTO FAVORITA: DANIEL MUCHIUT Y LOS CUERVOS DE MASAHISA FUKASE
Los heraldos negros
Por Daniel Muchiut
Hace un par de años, buscando autores para proyectar y estudiar en los talleres de fotografía, mi amigo Gabriel Díaz me acercó el libro The Solitude of Ravens (La soledad de los cuervos), del fotógrafo japonés Masahisa Fukase. Me lo dio mientras me decía que “le diera tiempo”, repitiéndome la misma frase que había utilizado una vez en un viaje espiritual que hicimos para acercarnos a la obra del gran Robert Frank en Nueva York, en su muestra retrospectiva Moving Out.
Yo mismo le volvería a repetir muchas veces esas palabras, porque acuñan una gran verdad: hay obras que necesitan de su tiempo, de su espera, para hacer efecto, para despertarnos de nuestra propia comodidad, la de querer ver en un solo golpe de vista todo lo que puede transmitir una gran imagen.
Y éste fue el efecto que me produjo La soledad de los cuervos, el libro quizá más oscuro e iluminado que he visto.
Después de separarse de su mujer, hundido en una gran depresión, Fukase empieza un trabajo fotográfico que llevó adelante durante diez largos años, dando a luz este ensayo triste, trágico y solitario.
Desde el comienzo, el libro se vuelve inquietante y oscuro. Cuervos que nos sobrevuelan presagiando desgracia. Se sospecha que algo puede ocurrir, que nada feliz puede pasar; y al avanzar por sus páginas, lentamente nuestros cuerpos parecen cubrirse de plumas negras, nuestra boca se transforma en pico y nuestras manos en filosas garras. Los seres humanos nos ponemos el manto oscuro de la desolación.
Y en este desconcierto aparece una fotografía que siempre me fascinó.
Se ve el mar, impenetrable. Las aguas calmas emanan un vapor que no hace más que incomodarme. Adelante, unos pájaros oscuros nadan sin rumbo preciso, al igual que un bote se adentra en las profundidades, se interna en la niebla espesa. ¿Hacia dónde van? ¿Se despiden de este mundo? ¿Qué simboliza esta imagen? ¿Es el infierno?
Fukase nos da una lección; que lo importante es el camino y no el resultado, que siempre vale la pena transitarlo, por menos respuestas que conozcamos.
Este artista trabajó durante diez años sin dirección aparente, buscando respuesta a su tristeza, y esto quizá sea lo más hermoso que nos pueda brindar el arte. Nos dice que la vida es un sinsentido, que pequeños gestos como el de Fukase, llenos de amor y entrega, nos dan un pequeño alivio a nuestras penas.
Así como no podemos sostener mucho tiempo una mirada, tampoco podemos sostener mucho tiempo la alegría.
La soledad de los cuervos fue su último trabajo, antes de que cayera en coma, al caerse de la escalera de su casa.
texto publicado en el suplemento radar, pàgina12 del 28 de marzo de 2010
Mempo Giardinelli, Juan y el sol ( un cuento bellìsimo) fragmento
Juan y el sol
Llovía tanto que parecía que el mundo entero se estaba licuando. Hacía un mes que no paraba. Y cuando paraba era por un ratito, algunas horas, a lo mucho amainaba medio día o toda una tarde, pero enseguida se largaba otra vez. Un mes así. Un mes y pico. –Tendríamos que ir a verlo– dijo Mingo, con la vista clavada en la laguna en que se había convertido la calle, por la que cada tanto pasaba un coche haciendo oleaje. Venancio, con el codo izquierdo sobre la mesa y el mentón apoyado sobre la palma de su mano, asintió rítmicamente, despacito, como preguntándose que sentía. Hasta que se dio cuenta de lo que sentía, y se le humedecieron los ojos. –Pobre Juan– dijo, en voz baja–. Tendríamos que ir a verlo, sí. Hacía cinco meses que el amigo Juan Saravia estaba enfermo y eso los tenía muy preocupados. Juan Saravia era un salteño avecindado en la zona de Puerto Bermejo, a unos cien kilómetros de Resistencia, sobre el río, y vivía en una casa que había construido con sus propias manos, años atrás, cuando se vino de Salta con un empleo de viajante para la Anderson Clayton. Se habían hecho amigos en un hotelito de Samuhu, una noche en que los tres coincidieron por culpa de otras lluvias que anegaban los caminos, en los tiempos en que Mingo era viajante de Nestlé y Venancio de Terrabusi. Ahora, la tuberculosis lo estaba matando. Cuando Mingo dijo lo que dijo, Venancio encendió otro Arizona y se refregó los ojos con los nudillos de las manos, como echándole la culpa de las lágrimas al humo del tabaco...
Mempo Giardinelli
para leer el cuento completo :www.literatura.org/Giardinelli/JuanyelSol.html
martes, 24 de agosto de 2010
Chico Buarque: Gente Humilde (traduccion )
Hay ciertos días
en que pienso en mi gente
y siento así
todo mi pecho apretarse
porque parece
que acontece de repente
como un deseo de vivir
sin notarme
Igual a todo
cuando paso en un suburbio
yo muy bien
viniendo en tren de algún lugar
y ahí me da
como una envidia de esa gente
que sigue en frente
sin ni tener con quien contar
Son casas simples
con sillas en la vereda
y en la fachada
escrito encima que es un hogar
por la baranda
flores tristes y baldías
como la alegría
que no tiene donde recostarse
y ahí me da una tristeza
en mi pecho
hecho un despecho
de no tener como luchar
y yo que no creo
pido a Dios por mi gente
es gente humilde
que ganas de llorar
Gente Humilde
Composição: Garoto, Chico Buarque e Vinicius de Moraes
Onetti, Juan Carlos, La cara de la desgracia (fragmento)
...Tomamos unas copas mientras Arturo se empeñaba en encontrar en la billetera la fotografía de una mujer. —No está —dijo por fin—. La perdí. La foto, no la mujer. Quería mostrártela porque tiene algo inconfundible que pocos le descubren. Y antes de quedarte loco vos entendías de esas cosas. Y estaban, pensaba yo, los recuerdos de infancia que irían naciendo y aumentando en claridad durante los días futuros, semanas o meses. Estaba también la tramposa, tal vez deliberada, deformación de los recuerdos. Estaría, en el mejor de los casos, la elección no hecha por mí. Tendría que vernos. fugazmente o en pesadillas, vestidos con trajes ridículos, jugando en un jardín húmedo o pegándonos en un dormitorio. Él era mayor pero débil. Había sido tolerante y bueno, aceptaba cargar con mis culpas, mentía dulcemente sobre las marcas en la cara que le dejaban mis golpes, sobre una taza rota, sobre una llegada tarde. Era extraño que todo aquello no hubiera empezado aún, durante el mes de vacaciones de otoño en la playa; acaso, sin proponérmelo, yo estuviera deteniendo el torrente con las crónicas periodísticas y la evocación de las dos últimas noches. En una Julián estaba vivo, en la siguiente muerto. La segunda noche no tenía importancia y todas sus interpretaciones habían sido despistadas. Era su velorio, empezaba a colgarle la mandíbula, la venda de la cabeza envejeció y se puso amarilla mucho antes del amanecer. Yo estaba muy ocupado ofreciendo bebidas y comparando la semejanza de las lamentaciones. Con cinco años más que yo, Julián había pasado tiempo atrás de los cuarenta. No había pedido nunca nada importante a la vida; tal vez, sí, que lo dejaran en paz. Iba y venía, como desde niño, pidiendo permiso. Esta permanencia en la tierra, no asombrosa pero sí larga, prolongada por mí, no le había servido, siquiera, para darse a conocer. Todos los susurrantes y lánguidos bebedores de café o whisky coincidían en juzgar y compadecer el suicidio como un error. Porque con un buen abogado, con el precio de un par de años en la cárcel... Y, además, para todos resultaba desproporcionado y grotesco el final, que empezaban a olisquear, en relación al delito. Yo daba las gracias y movía la cabeza; después me paseaba entre el vestíbulo y la cocina, cargando bebidas o copas vacías. Trataba de imaginar, sin dato alguno, la opinión de la mujerzuela barata que visitaba a Julián todos los viernes o todos los lunes, días en que escasean los clientes. Me preguntaba sobre la verdad invisible, nunca exhibida, de sus relaciones. Me preguntaba cuál sería el juicio de ella, atribuyéndole una inteligencia imposible. Qué podría pensar ella, que sobrellevaba la circunstancia de ser prostituta todos los días, de Julián, que aceptó ser ladrón durante pocas semanas pero no pudo, como ella, soportar que los imbéciles que ocupan y forman el mundo, conocieran su falla. Pero no vino en toda la noche o por lo menos no distinguí una cara, una insolencia, un perfume, una humildad que pudieran serle atribuidos.... Juan Carlos Onetti foto: M Cascales cuento completo: /www.onetti.net/es/cuentos/la_cara_de_la_desgracia?page=0%2C0
Rodolfo Walsh : Esa Mujer
El coronel elogia mi puntualidad:
Es puntual como los alemanes dice.
O como los ingleses.
El coronel tiene apellido alemán.
Es un hombre corpulento, canoso, de cara ancha, tostada.
He leído sus cosas propone. Lo felicito.
Mientras sirve dos grandes vasos de whisky, me va informando, casualmente, que tiene veinte años de servicios de informaciones, que ha estudiado filosofía y letras, que es un curioso del arte. No subraya nada, simplemente deja establecido el terreno en que podemos operar, una zona vagamente común.
Desde el gran ventanal del décimo piso se ve la ciudad en el atardecer, las luces pálidas del río. Desde aquí es fácil amar, siquiera momentáneamente, a Buenos Aires. Pero no es ninguna forma concebible de amor lo que nos ha reunido.
El coronel busca unos nombres, unos papeles que acaso yo tenga.
Yo busco una muerta, un lugar en el mapa. Aún no es una búsqueda, es apenas una fantasía: la clase de fantasía perversa que algunos sospechan que podría ocurrírseme.
Algún día (pienso en momentos de ira) iré a buscarla. Ella no significa nada para mí, y sin embargo iré tras el misterio de su muerte, detrás de sus restos que se pudren lentamente en algún remoto cementerio. Si la encuentro, frescas altas olas de cólera, miedo y frustrado amor se alzarán, poderosas vengativas olas, y por un momento ya no me sentiré solo, ya no me sentiré como una arrastrada, amarga, olvidada sombra.
El coronel sabe dónde está.
Se mueve con facilidad en el piso de muebles ampulosos, ornado de marfiles y de bronces, de platos de Meissen y Cantón. Sonrío ante el Jongkind falso, el Fígari dudoso. Pienso en la cara que pondría si le dijera quién fabrica los Jongkind, pero en cambio elogio su whisky.
El bebe con vigor, con salud, con entusiasmo, con alegría, con superioridad, con desprecio. Su cara cambia y cambia, mientras sus manos gordas hacen girar el vaso lentamente.
Esos papeles dice.
Lo miro.
Esa mujer, coronel.
Sonríe.
Todo se encadena filosofa.
A un potiche de porcelana de Viena le falta una esquirla en la base. Una lámpara de cristal está rajada. El coronel, con los ojos brumosos y sonriendo, habla de la bomba.
Rodolfo Walsh
pintura : Carlos Gorriarena
para leer el cuento completo: www.literatura.org/Walsh/rwmuje.html
domingo, 22 de agosto de 2010
Celebraciòn de la amistad, Eduardo Galeano
-Yo no sè cuàl de las palomas es mi hijo. Y si supiera , tampoco me lo llevarìa.Porque , ¿què derecho tengo yo a separarlo de sus amigos?
Oracion Gestald , ( Fritz Perls )
Yo soy Yo
Tú eres Tú.
Yo no estoy en este mundo para cumplir tus expectativas
Tú no estás en este mundo para cumplir las mías.
Tú eres Tú
Yo soy Yo.
Si en algún momento o en algún punto nos encontramos
Será maravilloso
Si no, no puede remediarse.
Falto de amor a Mí mismo
Cuando en el intento de complacerte me traiciono.
Falto de amor a Ti
Cuando intento que seas como yo quiero
En vez de aceptarte como realmente eres.
Tú eres Tú y Yo soy Yo.
( Fritz Perls )
foto : Juan Yanès.
Joaquin Gianuzzi, teòlogo de la ventana
Este cerrado dolor de cabeza
causado por la presión del mundo visible
reclama un significado.
Pero la visión de la calle desde mi ventana
solo ofrece alternativas a una apariencia dislocada
hecha de fragmentos trémulos, colores dudosos
y un sufrimiento de cosa oscuramente mezclada consigo misma.
¿Qué materia desean los ojos y que no pueden ver?
No esta especie de traición a lo largo del pavimento,
la naturaleza criminal que revelan los automóviles,
el taciturno rumor de los objetos manufacturados,
la vacilante verdad de la muchedumbre hacia el ocaso,
los asuntos de esta terrible sociedad que se aplasta al planeta.
¿Cuál es la relación de esta escena con el otro orden?
La divinidad está aquí por delegación sombría.
Hay un millón de ventanas y cada una padece
su teólogo fracasado ante la única realidad posible
con su correspondiente dolor de cabeza al anochecer.
Pintura: Juan Gris
sábado, 21 de agosto de 2010
U2, I still haven't found what I'm looking for (todavìa no encontrè lo que estoy buscando)
He corrido a través de los campos
Sólo para estar contigo
Sólo para estar contigo
He corrido, me he arrastrado
He trepado los muros de esta ciudad,
los muros de esta ciudad
Sólo para estar contigo
Pero todavía no he encontrado
Lo que estoy buscando
Pero todavía no he encontrado
Lo que estoy buscando
He besado labios de miel
He sentido el alivio en la yema de sus dedos
Ardía como fuego
Este deseo ardiente
He hablado con la lengua de los ángeles
He tomado la mano del diable
Era cálida en la noche
Yo estaba frío como una roca
Pero todavía no he encontrado
Lo que estoy buscando
Pero todavía no he encontrado
Lo que estoy buscando
Creo en el Reino de los Cielos
Cuando todos los colores se fundan en uno
Pero sí yo todavía estoy corriendo
Tú rompiste los lazos
Tú soltaste las cadenas
Tú llevaste la cruz
Y mi vergüenza
Oh mi vergüenza
Tú sabes que yo creo en eso
Pero todavía no he encontrado
Lo que estoy buscando
Pero todavía no he encontrado
Lo que estoy buscando.
u2
Muñeca Rusa, Joan Manuel Serrat
Dentro de ella se esconde otra, que es como ella, pero no es;
y en esa otra se oculta otra, que esconde otra a su vez.
Una se ve, la otra se adivina, la otra ya fue, la otra será,
y todas son de mentira y todas son de verdad.
Ella es la que se mira al espejo y la que en el espejo se ve.
Es lo que dice su boca y lo que ocultan sus ojos también.
Son muchas y distintas mujeres viviendo en una mujer no más.
Uno no puede querer a una sin querer a las demás.
Ella es como una Matryshka.
Ella es como una muñeca rusa...
Ella es como una muñeca...
Ella es como una...
Ella es como...
Ella es...
Ella.
Y aunque nadie sabe quién es ella, ni lo que ellos para ella son,
todos cuentan la feria según como les fue en el frontón.
Que si la oruga o la mariposa, que si la reina del ajedrez,
que si el infierno o el paraíso, que si el agua o si la sed.
Cuántos quisieran verla entregada, como la playa en la bajamar,
con sus secretos a la intemperie y sus arenas por hollar.
A mí me basta con ser para ella la misma cosa que siempre fui:
el viejo osito de felpa que abraza para dormir.
Joan Manuel Serrat
cuadro: Fabio Calvetti
viernes, 20 de agosto de 2010
Daniel Martínez, perros de la noche
Perros en la noche
solo perros
el resto no dice nada
que se calle
hasta el último recuerdo
ustedes no
son la compañía que quiero
animales nocturnos que saben como yo
que hay más seres
que están del otro lado de la soledad
lejos como la distancia
hasta esta luna que aparece
iluminando todo
perdonando tanta oscuridad
perros en la noche
ladridos como puñales en la sangre
que corren lentamente
dolorosamente despacio
soy alguien
a pesar de todo
en este momento soy quién quiero ser
quien debo ser
quisiera morirme un día así
estoy vivo
al filo de la vida
atrapado
en un sueño extraño y misterioso
realidad cruda indomesticada
sin velos sin trampas
sin mentiras generosas
solo con la verdad posible
mordiendo cada minuto
abrazado por una vez
a la certeza de la existencia
un ruego
nada más que un ruego
que mi palabra silenciosa
este a la altura
de la música
de estos perros en la noche
jueves, 19 de agosto de 2010
El escaramujo; Silvio Rodriguez
¿Por qué la tierra es mi casa?
¿Por qué la noche es oscura?
¿Por qué la luna es blancura
que engorda como adelgaza?
¿Por qué una estrella se enlaza
con otra, como un dibujo?
Y ¿por qué el escaramujo
es de la rosa y el mar?
Yo vivo de preguntar:
saber no puede ser lujo.
El agua hirviente en puchero
suelta un ánima que sube
a disolverse en la nube
que luego será aguacero.
Niño soy tan preguntero,
tan comilón del acervo,
que marchito si le pierdo
una contesta a mi pecho.
Si saber no es un derecho,
seguro será un izquierdo.
Yo vine para preguntar
flor y reflujo.
Soy de la rosa y de la mar,
como el escaramujo.
Soy aria, endecha, tonada,
soy Mahoma, soy Lao-Tsé,
soy Jesucristo y Yahvéh,
soy la serpiente emplumada,
soy la pupila asombrada
que descubre como apunta,
soy todo lo que se junta
para vivir y soñar:
soy el destino del mar:
soy un niño que pregunta.
Yo vine para preguntar
flor y reflujo.
Soy de la rosa y de la mar,
como el escaramujo.
Silvio Rodriguez
foto M Cascales
miércoles, 18 de agosto de 2010
Constantino Kavafis, Itaca
Constantino Kavafis
martes, 17 de agosto de 2010
, Pink Floyd , Time
Haciendo tic tac con los momentos que componen un día monótono
Desperdicias y consumes las horas de un modo desconsiderado
Dando vueltas en un pedazo de tierra en tu ciudad
Esperando por alguien o algo que te muestre el camino.
Cansado de tumbarte bajo el sol
Quedándote en casa mirando la lluvia
Eres joven y la vida es larga y
Hoy hay tiempo que matar
Y luego te das cuenta un día De que tienes
diez años detrás de ti
Nadie te dijo cuando correr,
llagaste tarde al disparo de salida.
Y tú corres y corres para alcanzar al sol, pero se está poniendo
Y girando velozmente para de nuevo elevarse por detrás de ti
El sol es el mismo de modo relativo, pero tú eres más viejo
Con aliento más corto y un día más cerca de la muerte.
Cada año se hace más corto,
parece que nunca se encontrara tiempo
Planes que fracasan
o media página de líneas garabateadas
Esperando en silenciosa desesperación
es la manera inglesa
El tiempo se fue, la canción terminó,
pensaba que tal vez diría algo más.
Pink Floyd
lunes, 16 de agosto de 2010
Fernando Savater; Criaturas del aire
Habla DRACULA (*)
Tengo resuelto satisfactoriamente el problema que les aflige, como también a mí me afligió un día. He logrado que la vida sea mi único objetivo, mi única obsesión: a mí la vida me acecha y me colma como a ellos la muerte. Y no la vida laboriosa y pacificada del armónico futuro ni las arpas y nubes de insulsos paraísos dogmáticos: no, mi vida, mi maravillosa y plena vida, es la que prometen los pechos desnudos de las doncellas, la que vibra de riesgo y aventura, la que se afirma en el poder o en el terror, la que se cifra en la cálida sangre. Vida presente aquí y ahora; para siempre, sin límites. He tenido que pagar por ella, porque todo tiene un precio, pero no he sido defraudado en mi inversión. Estoy muerto, desde luego: ¿qué otro medio hay para gozar plenamente de la vida como algo positivo, no como un atropellado sueño que se nos escapa? Desde este lado de la muerte, la vida presenta toda su riqueza maravillosa, la sutileza desconcertante de sus experiencias, los prohibidos goces que el temor de la muerte hurta a los mortales. ¡Yo cabalgo el viento, soy señor de los lobos y de las tormentas, alimento con las mujeres más bellas pasiones que la luz del día ni siquiera puede soñar! Cierta noche, aquel inofensivo idiota al que alojé en mi castillo transilvano me vio descender cabeza abajo, como una monstruosa araña, por la inaccesible pared de mi torreón… Es el emblema de mi destino que más me agrada. Recuerdo con nostalgia y cierto fastidio mi viaje a la puritana Inglaterra: fueron aquellos absurdos personajes, el estúpido Jonathan Harker, el sombrío místico Van Helsing, las gazmoñas Lucy Westenra y Mina Murray, quienes crearon la fábula hiperbólica de mi maldad infernal. En Transilvania, un pueblo sabio y por tanto fatalista sabe que el mal es uno de los rostros inevitables de toda grandeza; pero los ingleses se pasman ante él como un escándalo e incluso una descortesía. Por lo visto esperaban que un Inmortal acatase discretamente los preceptos de la moral victoriana… ¡cuando ni siquiera los respetaban las figuras auténticamente nobles de esa época! Nunca entendieron en dónde residía mi peculiaridad: desde aquella brumosa jornada en que llegué al puerto de Whitby en mi barco tripulado por cadáveres, empezaron a inventarme una personalidad que tenía algo de Jack el Destripador y algo de Oscar Wilde, una suerte de Aleister Crowley fantasmal…
Sus códigos están bién para esa temerosa luz en la que se ven obligados a vivir los condenados a la muerte. Pero en mi tiniebla deslumbrante no hay lugar más que para la pasión. El día es ataúd, pero la noche trae el deseo y la aurora regalará sangre. Sólo yo, el muerto, el inmortal, podría contaros qué entrega deliciosa es la vida. Sólo yo, el rey de la noche.