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domingo, 21 de noviembre de 2010

Oliverio Girondo, Exvoto


Las chicas de Flores, tienen los ojos dulces, como las almendras azucaradas
de la Confitería del Molino, y usan moños de seda que le liban las nalgas en
un aleteo de mariposa.


Las chicas de Flores, se pasean tomadas de los brazos, para transmitirse sus
estremecimientos, y si alguien las mira en las pupilas, aprietan las piernas, de
miedo de que el sexo se les caiga den la vereda.


Al atardecer, todas ellas cuelgan sus pechos sin madurar del ramaje de hierro
de los balcones, para que sus vestidos se empurpuren al sentirlas desnudas,
y de noche, a remolque de sus mamás –empavesadas como fragatas- van a
pasearse por la plaza, para que los hombres les eyaculen palabras al oído, y
sus pezones fosforescentes se enciendan y se apaguen como luciérnagas.


Las chicas de Flores, viven en la angustia de que las nalgas se les pudran,
como manzanas que se ahn dejado pasar, y el deseo de los hombres las
sofoca tanto, que a veces quisieran desembarazarse de él como de un corsé,
ya que no tiene el coraje de cortarse el cuerpo a pedacitos y arrojárselo, a
todos los que les pasan la vereda. 
Oliverio Girondo 

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