Es algo ardiente y triste, una cosa un poco vaga, que abre paso a la
conjetura. Voy, si se quiere, a aplicar mis ideas a un objeto sensible,
por ejemplo, al objeto más interesante en la sociedad: a un rostro de
mujer. Una cabeza seductora y bella, una cabeza de mujer, digo, es una
cabeza que hace soñar a la vez —pero de una manera confusa— en
voluptuosidades y tristeza; que arrastra una idea de melancolía, de
lasitud, hasta de saciedad —esto es, una idea contraria, o sea un ardor,
un deseo de vivir, asociado a un reflejo amargo como procedente de
privación o desesperanza. El misterio, el pesar son también
características de lo Bello.
Una hermosa cabeza de hombre no necesita arrastrar, a los ojos de otro
hombre, claro es, —pero quizás sí a los de una mujer—, esta idea de
voluptuosidad, que en una cara femenina es una provocación tanto más
atrayente cuanto más melancólico es el rostro. Pero esta cabeza
contendrá, además, algo triste y ardiente: deseos espirituales,
ambiciones oscuramente rechazadas, la idea de una potencia gruñidora y
sin empleo; algunas veces, la idea de una insensibilidad vengativa
(porque no debemos olvidar el tipo ideal del dandy al hablar de esto);
algunas veces también, el misterio, siendo ésta una de las
características de belleza más interesantes; y en fin (para tener el
valor de declarar hasta qué punto me siento moderno en estética), la
desgracia. Yo no pretendo que la Alegría no pueda asociarse con la
Belleza, pero digo que la Alegría es uno de sus adornos más vulgares,
mientras que la Melancolía es, por decirlo así, su ilustre compañera,
llegando hasta el extremo de no concebir (¿será mi cerebro un espejo
embrujado?) un tipo de Belleza donde no haya Dolor. Apoyado sobre —otros
dirían obsesionado por— estas ideas, se piensa que me sería difícil no
llegar a la conclusión de que el tipo más perfecto de Belleza viril es
Satanás, —a la manera de Milton.
Charles Baudelaire
en que libro se encuentra?
ResponderEliminarsaludos