En lo alto de la noche de Río de Janeiro, luminoso, generoso, el Cristo del Corcovado extiende sus brazos. Bajo esos brazos encuentran amparo los nietos de los esclavos.
Una mujer descalza mira al Cristo, desde muy abajo, y señalándole el fulgor, muy tristemente dice:
—Ya no va a estar. Me han dicho que lo van a sacar de aquí.
—No te preocupes —le asegura una vecina—. No te preocupes: Él vuelve.
A muchos mata la policía, y a muchos más la economía. En la ciudad violenta, resuenan balazos y también tambores: los tambores, ansiosos de consuelo y de venganza, llaman a los dioses africanos. Cristo sólo no alcanza.
Eduardo Galeano
María, qué cosas hermosas publicás, sólo falta lo tuyo, hace mucho que no leo lo que escribís. Un beso grande y Muy Feliz Navidad para vos y los tuyos. Ma.Cristina Scarlato
ResponderEliminarGracias Cris este blog es para compartir " cosas realmente bellas " Un beso muy grande para vos, y que tambien pases una linda navidad y un maravilloso 2011. Gracias nuevamente por participar
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