El Departamento de Estadísticas determinó
que él era un hombre contra el cual no había acusación oficial alguna,
y todos los reportes sobre su conducta concuerdan
que, en el sentido moderno de una palabra anticuada,
él fue un santo,
porque en cada cosa que hizo sirvió a la Gran Comunidad.
Excepto por la Guerra, hasta el día que se retiró
trabajó en una factoría, y nunca fue destituido,
y más aún, complació a sus empleados, Fudge Motors Inc.
Tampoco era un bribón o raro en sus ideas
porque su Unión reporta que pagó sus cuotas
(nuestro reporte indica que su Unión era legal)
y nuestros trabajadores de Psicología Social encontraron
que era popular entre sus compañeros y que le gustaba un trago.
La Prensa está convencida de que compraba un periódico cada día
y que sus reacciones a los anuncios eran normales en todos los respectos.
Pólizas sacadas en su nombre prueban que estaba completamente asegurado,
y su Tarjeta de Salud indica que estuvo una vez en el hospital pero que cuando salió estaba curado.
Tanto la Investigación de Productores como la Vida de Calidad Superior declaran
que era totalmente sensible a las ventajas de Compra y Venta a Plazos,
y que tenía todo lo necesario para el Hombre Moderno:
un fonógrafo, una radio, un coche y una nevera.
Nuestros investigadores de Opinión Pública están contentos
porque él tenía las opiniones propias para cada ocasión del año;
cuando había paz, él la defendía; cuando había guerra, allá iba.
Estaba casado y añadió cinco hijos a la población,
cantidad que dice el Eugenista es el número exacto para un padre de su generación,
y nuestros profesores nos informan que nunca interfirió en la educación de sus hijos.
¿Fue libre? ¿Fue feliz? La pregunta es absurda:
si algo hubiera estado mal, nosotros seguramente lo hubiéramos sabido.
W H Auden
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