El filósofo chino sueña con un ojo abierto, considera la vida con amor y dulce ironía, mezcla su cinismo con una bondadosa tolerancia, y alternativamente despierta del sueño de la vida y vuelve a adormecerse, pues se siente con más vida cuando está soñando que cuando está despierto, con lo cual inviste a su vida en vela de una cualidad de mundo de ensueños. Ve con un ojo cerrado y otro abierto la inutilidad de mucho de lo que ocurre a su alrededor y de sus propias empresas, pero conserva suficiente sentido de la realidad para decidirse a seguir adelante. Rara vez se desilusiona, porque no tiene ilusiones, y rara vez se decepciona, porque nunca ha tenido esperanzas extravagantes. De esta manera está emancipado su espíritu.
Porque, después de recorrer el campo de la literatura y la filosofía chinas, llego a la conclusión de que el más alto ideal de la cultura china ha sido siempre un hombre con un sentido de desapego (takuan) hacia la vida, basado en un sentido de sabio desencanto. De este desapego viene el alto espíritu (k'uanghuai), un alto espíritu que nos permite ir por la vida con tolerante ironía y escapar a las tentaciones de fama y riqueza y logro, y eventualmente nos hace aceptar lo que venga. Y de ese desapego surge también un sentido de libertad, un amor por el vagabundeo y el orgullo y la despreocupación. Sólo con este sentido de libertad y esta despreocupación llega uno eventualmente a la aguda, a la intensa alegría de vivir.
Porque, después de recorrer el campo de la literatura y la filosofía chinas, llego a la conclusión de que el más alto ideal de la cultura china ha sido siempre un hombre con un sentido de desapego (takuan) hacia la vida, basado en un sentido de sabio desencanto. De este desapego viene el alto espíritu (k'uanghuai), un alto espíritu que nos permite ir por la vida con tolerante ironía y escapar a las tentaciones de fama y riqueza y logro, y eventualmente nos hace aceptar lo que venga. Y de ese desapego surge también un sentido de libertad, un amor por el vagabundeo y el orgullo y la despreocupación. Sólo con este sentido de libertad y esta despreocupación llega uno eventualmente a la aguda, a la intensa alegría de vivir.
Ling Yutang
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