esta tarde a las 7,
el ciudadano de tu ausencia
se palpaba la cara, la voz,
los papelitos,
los papelitos,
deveras comprobando
que tus ruidos andaban
por sus huesos
por sus huesos
y en general te habías ido.
Golpeó puertas, teléfonos.
La gran ciudad estaba equivocada
sin tu pelo, señora
sin tu pelo, señora
y él sentía tirones detrás del corazón.
A lo mejor era el tabaco,
de todos modos yo soy otro:
un pedazo de ti,
alguien a quien castigan puertas, ruidos, teléfonos,
y, andá a saber por qué,
toda la parentela de la muerte
Juan Gelman
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