Larga y negra es la pena del dragón.
Nunca se sabe de dónde le viene la pena, pero cuando llega, el mundo se
oscurece y todos creen que hubo un eclipse, de repente el sol queda tapado
y los pájaros dejan de cantar.
Porque el tamaño del sol, y la pena de un dragón es igual al tamaño del
sol, y la pena vuela y se instala justo allí, en ese lugar donde esta la luz.
Entonces los pájaros dejan de cantar y se esconden en sus nidos, las flores
se cierran suavemente, confundidas, y las hormigas se van a la cueva más
honda, con un desasosiego que las hace chocar unas contra otras equivocando
su camino.
Nadie puede saber cuándo les llega la pena a los dragones. Ellos tampoco.
Simplemente, en algún momento, los invade una sensación de estar
equivocados, de estar en un lugar que no es su lugar.
Entonces lo cubre la pena, como una sombra larga, amarga, , y su enorme
corazón de dragón hace un ruido de ríos que desbordan, de vientos de furia
que pasan arrasando los árboles y desgastando las montañas.
Mucho tiempo dura la pena de un dragón. Por lo menos a ellos les parece un
tiempo muy largo y muy lento.
Pero no debe ser cierto. Si fuera cierto el mundo se terminaría, porque no
puede estar cien años en la oscuridad. Porque ese es el tiempo que creen
los dragones que les dura la pena.
Tal vez no sea sino un pequeño rato del tamaño de un suspiro, pero ellos
sienten que una pena tan enorme tiene que durar un tiempo tan enorme.
Los dragones, que saben muchas cosas, no tienen una medida exacta del
tiempo de afuera y del tiempo de adentro de su corazón.
Nunca se sabe de dónde le viene la pena, pero cuando llega, el mundo se
oscurece y todos creen que hubo un eclipse, de repente el sol queda tapado
y los pájaros dejan de cantar.
Porque el tamaño del sol, y la pena de un dragón es igual al tamaño del
sol, y la pena vuela y se instala justo allí, en ese lugar donde esta la luz.
Entonces los pájaros dejan de cantar y se esconden en sus nidos, las flores
se cierran suavemente, confundidas, y las hormigas se van a la cueva más
honda, con un desasosiego que las hace chocar unas contra otras equivocando
su camino.
Nadie puede saber cuándo les llega la pena a los dragones. Ellos tampoco.
Simplemente, en algún momento, los invade una sensación de estar
equivocados, de estar en un lugar que no es su lugar.
Entonces lo cubre la pena, como una sombra larga, amarga, , y su enorme
corazón de dragón hace un ruido de ríos que desbordan, de vientos de furia
que pasan arrasando los árboles y desgastando las montañas.
Mucho tiempo dura la pena de un dragón. Por lo menos a ellos les parece un
tiempo muy largo y muy lento.
Pero no debe ser cierto. Si fuera cierto el mundo se terminaría, porque no
puede estar cien años en la oscuridad. Porque ese es el tiempo que creen
los dragones que les dura la pena.
Tal vez no sea sino un pequeño rato del tamaño de un suspiro, pero ellos
sienten que una pena tan enorme tiene que durar un tiempo tan enorme.
Los dragones, que saben muchas cosas, no tienen una medida exacta del
tiempo de afuera y del tiempo de adentro de su corazón.
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