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lunes, 29 de agosto de 2011
el faro
Ya estuve buscando en los estantes,
en nuestras fotos de amantes, algo que pueda ayudar.
Releí las líneas de tu mano usándolas como plano, como un mapa elemental.
Hasta practiqué como un deporte clavar mi aguja en el norte de tu brújula de amar.
Sumergí mensajes en botellas, fui siguiendo a las estrellas para guiarme en tu mar.
Entrené palomas mensajeras, pinté carteles, banderas que ni miraste al pasar.
Aprendí el lenguaje de los sordos, de los flacos, de los gordos, señales de humo y demás.
Igual no encuentro la manera de vencer esta barrera y que puedas despertar...
en nuestras fotos de amantes, algo que pueda ayudar.
Releí las líneas de tu mano usándolas como plano, como un mapa elemental.
Hasta practiqué como un deporte clavar mi aguja en el norte de tu brújula de amar.
Sumergí mensajes en botellas, fui siguiendo a las estrellas para guiarme en tu mar.
Entrené palomas mensajeras, pinté carteles, banderas que ni miraste al pasar.
Aprendí el lenguaje de los sordos, de los flacos, de los gordos, señales de humo y demás.
Igual no encuentro la manera de vencer esta barrera y que puedas despertar...
Tu amor es como un faro que se apaga y se enciende
yo mando mis señales y tu cuerpo no entiende,
como un faro que se apaga y se enciende te mando
yo mando mis señales y tu cuerpo no entiende.
Tu amor es como un faro que se apaga y se enciende
yo mando mis señales y tu cuerpo no entiende,
como un faro que se apaga y se enciende te mando
yo mando mis señales y tu cuerpo no entiende.
Eché mano a mis trucos de magia a la risa que contagia puse el frío y el calor.
Hice poesía escrita en braile, probé el canto probé el baile y no abrí tu corazón.
Hoy por lo filoso de los hechos decidí cerrar mi pecho, echarle llave a mi voz.
Mi bella durmiente y su sordera escondieron la escalera con la que subo a este amor.
Ya no encuentro más abracadabras ni llaves mágicas que abran el deseo y la pasión.
No hay ábrete sésamo que valga cuando esa llama en el alma con el frío se apagó.
Tu amor es como un faro que se apaga y se enciende yo mando mis señales y tu cuerpo no entiende,
como un faro que se apaga y se enciende te mando
yo mando mis señales y tu cuerpo no entiende.
Tu amor es como un faro que se apaga y se enciende
yo mando mis señales y tu cuerpo no entiende,
como un faro que se apaga y se enciende te mando
yo mando mis señales y tu cuerpo no entiende.
Eché mano a mis trucos de magia a la risa que contagia puse el frío y el calor.
Hice poesía escrita en braile, probé el canto probé el baile y no abrí tu corazón.
Hoy por lo filoso de los hechos decidí cerrar mi pecho, echarle llave a mi voz.
Mi bella durmiente y su sordera escondieron la escalera con la que subo a este amor.
Ya no encuentro más abracadabras ni llaves mágicas que abran el deseo y la pasión.
No hay ábrete sésamo que valga cuando esa llama en el alma con el frío se apagó.
yo mando mis señales y tu cuerpo no entiende,
como un faro que se apaga y se enciende te mando
yo mando mis señales y tu cuerpo no entiende.
Tu amor es como un faro que se apaga y se enciende
yo mando mis señales y tu cuerpo no entiende,
como un faro que se apaga y se enciende te mando
yo mando mis señales y tu cuerpo no entiende
Jorge Teillier , Dias de ocio en la Ciudad que fue
Le daré una botas para que llegue a la Ciudad que Fue
y deje de dormir frente a la chimenea
que en el Molino encienden en pleno verano
En el Sur Profundo tendá que cazar ratones
Y vivir con colores propios
Mientras yo voy al cementerio
Del brazo de la hija del capitán del Puerto
Donde hace cuarenta años que no pasa ninguna nave
El tontito del pueblo me pregunta si yo soy poeta
Y yo le recito "Asteroides" de Pedro Antonio González
Todos creen que yo lo escribí
Y firmo autógrafos para los hijos de los parroquianos
Ya no hay barcos
Ya no hay trenes
Los diarios de la Capital llegan al día siguiente de su aparición
Le regalé al Cura Párroco
"La Mente Drogada. Cómo Librarse de las Dependencias"
De los doctores Hudgson y Miller
Mientras un niño echa anilina a la pila del agua bendita
Que Nuestro Señor me libre del trabajo
Sólo quiero que se abran para mí las puertas de marfil del ocio
Y yo quiero que esto no sea un poema
Sino una página en blanco.
Jorge Teillier
Idea Vilariño, lo que siento por ti
Lo que siento por ti es tan difícil.
No es de rosas abriéndose en el aire,
es de rosas abriéndose en el agua.
Lo que siento por ti. Esto que rueda
o se quiebra con tantos gestos tuyos
o que con tus palabras despedazas
y que luego incorporas en un gesto
y me invade en las horas amarillas
y me deja una dulce sed doblada.
Lo que siento por ti, tan doloroso
como pobre luz de las estrellas
que llega dolorida y fatigada.
Lo que siento por ti, y que sin embargo
anda tanto que a veces no te llega.
No es de rosas abriéndose en el aire,
es de rosas abriéndose en el agua.
Lo que siento por ti. Esto que rueda
o se quiebra con tantos gestos tuyos
o que con tus palabras despedazas
y que luego incorporas en un gesto
y me invade en las horas amarillas
y me deja una dulce sed doblada.
Lo que siento por ti, tan doloroso
como pobre luz de las estrellas
que llega dolorida y fatigada.
Lo que siento por ti, y que sin embargo
anda tanto que a veces no te llega.
Idea Vilariño
domingo, 28 de agosto de 2011
Silvina Ocampo , los ojos
Como Casandra yo escuché tu paso
en las baldosas de la galería.
Como ella, adivinaba yo en los días
y en la voz recurrente del ocaso
lo que ocultabas y conozco tanto.
Ciega, sola, atenta penetré
en tu velado reino y consagré
bajo sus plantas, al rencor, mi espanto.
Transformabas el mundo en un desierto.
Como a Casandra no quisiste oírme.
Pensando junto al río sólo en irme,
en la noche incesante busqué el puerto.
Al ver los astros, con aristas, rojos,
sabía que el infierno era mirarte
y volver a tu lado y no olvidarte.
¡Ah, por qué no quemé más bien mis ojos!
¡Vanas son las mentiras y las guerras!
Nuestros ojos traicionan nuestra cara;
la vuelven transparente, fría y clara
como el agua en la orilla de las tierras.
No me perdonarás de haber llorado:
no me lo perdonabas, yo tampoco.
Tus noches y tus días los evoco.
¡Por qué con tanto amor me has engañadol
Símbolos tiene la desesperanza,
propiedades antiguas y suntuosas,
A veces tiene cosas muy preciosas.
Como la muerte, siempre nos alcanza.
Con el rostro de piedra, de la ira,
por tu amor me acerqué a sus pabellones.
Ah, fue triste en los pérfidos frontones
de sus oscuras torres tu mentira.
Vi que en su primavera con glicinas,
la languidez secreta de las ramas,
las canciones del mirlo, las retamas,
la vegetal constancia que germina,
urden una ávida y común tortura
a ejemplo de esos ramos en la muerte
que simbolizan con un lujo inerte
la soledad, el polvo, la locura.
Vi al pie de las columnas los despojos
de las fiestas en sueño, de la aurora;
te seguí paso a paso, hora por hora,
más que tu sombra guiada por tus ojos.
Oscuros en tu cuarto me rodeaban
los muebles habituales: los abismos
labraban en desorden cataclismos
mientras las furias su clamor callaban.
En los iridiscentes labios rojos
de alguna flor resplandecía el alma
del céfiro purísimo en su calma:
mas yo estaba cegada por tus ojos.
La llanura, la nieve o la montaña
me recibía reconciliadora:
y persistía entre árboles sonora
la dicha exigua que la duda empaña.
Vi caras, muchas caras previsibles;
todos mis diálogos fueron falaces;
escuché de las voces los compases
sin oír las palabras más sensibles;
proyecté formas de mi destrucción.
En las ciudades, en la calle sucia,
en los sórdidos parques, sin astucia
llegué al infierno con obstinación.
Como alas nacen del cansancio arrojos
busqué por todas partes el horror,
el desencanto pacificador
como los santos porque vi tus ojos.
Y conseguí morir perfectamente
sin ningún esplendor como soñaba
sola en el iris gris que me aterraba
viendo tus ojos incesantemente.
Silvina Ocampo
en las baldosas de la galería.
Como ella, adivinaba yo en los días
y en la voz recurrente del ocaso
lo que ocultabas y conozco tanto.
Ciega, sola, atenta penetré
en tu velado reino y consagré
bajo sus plantas, al rencor, mi espanto.
Transformabas el mundo en un desierto.
Como a Casandra no quisiste oírme.
Pensando junto al río sólo en irme,
en la noche incesante busqué el puerto.
Al ver los astros, con aristas, rojos,
sabía que el infierno era mirarte
y volver a tu lado y no olvidarte.
¡Ah, por qué no quemé más bien mis ojos!
¡Vanas son las mentiras y las guerras!
Nuestros ojos traicionan nuestra cara;
la vuelven transparente, fría y clara
como el agua en la orilla de las tierras.
No me perdonarás de haber llorado:
no me lo perdonabas, yo tampoco.
Tus noches y tus días los evoco.
¡Por qué con tanto amor me has engañadol
Símbolos tiene la desesperanza,
propiedades antiguas y suntuosas,
A veces tiene cosas muy preciosas.
Como la muerte, siempre nos alcanza.
Con el rostro de piedra, de la ira,
por tu amor me acerqué a sus pabellones.
Ah, fue triste en los pérfidos frontones
de sus oscuras torres tu mentira.
Vi que en su primavera con glicinas,
la languidez secreta de las ramas,
las canciones del mirlo, las retamas,
la vegetal constancia que germina,
urden una ávida y común tortura
a ejemplo de esos ramos en la muerte
que simbolizan con un lujo inerte
la soledad, el polvo, la locura.
Vi al pie de las columnas los despojos
de las fiestas en sueño, de la aurora;
te seguí paso a paso, hora por hora,
más que tu sombra guiada por tus ojos.
Oscuros en tu cuarto me rodeaban
los muebles habituales: los abismos
labraban en desorden cataclismos
mientras las furias su clamor callaban.
En los iridiscentes labios rojos
de alguna flor resplandecía el alma
del céfiro purísimo en su calma:
mas yo estaba cegada por tus ojos.
La llanura, la nieve o la montaña
me recibía reconciliadora:
y persistía entre árboles sonora
la dicha exigua que la duda empaña.
Vi caras, muchas caras previsibles;
todos mis diálogos fueron falaces;
escuché de las voces los compases
sin oír las palabras más sensibles;
proyecté formas de mi destrucción.
En las ciudades, en la calle sucia,
en los sórdidos parques, sin astucia
llegué al infierno con obstinación.
Como alas nacen del cansancio arrojos
busqué por todas partes el horror,
el desencanto pacificador
como los santos porque vi tus ojos.
Y conseguí morir perfectamente
sin ningún esplendor como soñaba
sola en el iris gris que me aterraba
viendo tus ojos incesantemente.
Silvina Ocampo
Albert Cohen, la bella del señor (fragmento)
" En aquel hotel de Agay, pensaban sólo en sí mismos y en conocerse por completo, en abrir sus vidas entre dos vínculos, atractivamente habituales. Noches similares, rostros fatigados, pausas seductoras, y dejaba ella correr sus dedos por el hombro desnudo del amante para expresarle su recompensa o deslumbrarle y él cerraba los ojos, sonreía de placer. Reposaban abrazados de sus significativas penalidades, se dormían después de tiernos susurros y glosas, emergían del sueño para acercar sus labios o para unirse mejor el uno al otro, o confusamente yacer, medio dormidos, o furiosamente encontrados, repentinamente dispuestos. Y proseguía luego el sueño conjunto, tan grato. ¿Cómo no dormir juntos? Al amanecer, él la abandonaba dulcemente, velando por no despertarla y se iba a su cuarto. A veces ella abría los ojos. No me dejes, gemía. Pero él se desprendía de sus brazos que lo retenían ligeramente, la tranquilizaba, le aseguraba que no tardaría en volver. Sus alejamientos matutinos eran porque no quería que ella lo viese imperfecto, sin afeitar ni bañar. "
sábado, 27 de agosto de 2011
Juan Gelman , teorìa sobre Daniela Roca
He aquí que daniela un día conversó con los ángeles
ligeramente derrumbados sobre sus senos góticos
fatigados del trance pero lúcidos lúbricos
y daniela advertía sus símiles contrarios
las puertas que se abren para seguir viviendo
las puertas que se cierran para seguir viviendo
en general las puertas sus misiones sus ángulos
ángulos de la fuga las fugas increíbles
los paralelogramos del odio y del amor
rompiéndose en daniela para dar a otra puerta
con la ayuda de drogas diversas y de alcoholes
o de signos que yacen debajo del alcohol
o daniela sacándose los corpiños sacándose
los pechos distanciados debido al ejercicio
del amor en contrarias circunstancias mundiales
daniela rocca loca dicen los magazines
de una pobre mujer italiana por cierto
que practicaba métodos feroces del olvido
y no mató a sus padres y fue caritativa
y un día de setiembre orinó bajo un árbol
y era llena de gracia como santa maría
juan Gelman
ligeramente derrumbados sobre sus senos góticos
fatigados del trance pero lúcidos lúbricos
y daniela advertía sus símiles contrarios
las puertas que se abren para seguir viviendo
las puertas que se cierran para seguir viviendo
en general las puertas sus misiones sus ángulos
ángulos de la fuga las fugas increíbles
los paralelogramos del odio y del amor
rompiéndose en daniela para dar a otra puerta
con la ayuda de drogas diversas y de alcoholes
o de signos que yacen debajo del alcohol
o daniela sacándose los corpiños sacándose
los pechos distanciados debido al ejercicio
del amor en contrarias circunstancias mundiales
daniela rocca loca dicen los magazines
de una pobre mujer italiana por cierto
que practicaba métodos feroces del olvido
y no mató a sus padres y fue caritativa
y un día de setiembre orinó bajo un árbol
y era llena de gracia como santa maría
juan Gelman
jueves, 25 de agosto de 2011
Paul Auster, Leviatàn ( fragmento)
Nuestras escenas de amor eran mudas e intensas, un desvanecimiento a las profundidades de la inmovilidad. Fanny era toda languidez y sumisión, y yo me enamoré de la suavidad de su piel, de la forma en que cerraba los ojos siempre que yo me acercaba a ella silenciosamente por detrás y la besaba en la nuca. Durante las dos primeras semanas no deseé nada más. Tocarla era suficiente, y yo vivía para el ronroneo casi inaudible que salía de su garganta, para sentir que su espalda se arqueaba lentamente contra las palmas de mis manos.
John Berger, la flor en el corazon
Cuando abro la cartera
para enseñar el carné
para pagar algo
o para consultar el horario de trenes
te miro.
El polen de la flor
es más viejo que las montañas
Aravis es joven
para ser una montaña.
Los óvulos de la flor
seguirán desgranándose
cuando Aravis, ya vieja,
no sea más que una colina.
La flor en el corazón
de la cartera, la fuerza
de lo que vive en nosotros
sobrevive a la montaña.
Y nuestros rostros, mi vida, breves como fotos
para enseñar el carné
para pagar algo
o para consultar el horario de trenes
te miro.
El polen de la flor
es más viejo que las montañas
Aravis es joven
para ser una montaña.
Los óvulos de la flor
seguirán desgranándose
cuando Aravis, ya vieja,
no sea más que una colina.
La flor en el corazón
de la cartera, la fuerza
de lo que vive en nosotros
sobrevive a la montaña.
Y nuestros rostros, mi vida, breves como fotos
miércoles, 24 de agosto de 2011
David Lebon, el tiempo es veloz
El tiempo es veloz , tu vida escencial
tu cuerpo en mis brazos me ayuda a
estar contigo
quizas nadie entienda
vos me tratas como si fuera algo mas
que un ser
Te acuerdas de ayer , era tan normal
la vida era vida y el amar no era paz
que extraño
ahora me siento diferente
pienso que todavia me quedan tantas cosas
por dar
No ves que todo va
todo creciendo hacia arriba
y el sol siempre saldra
mientras que a alguien le queden
ganas de amar
Perdoname amor por tanto hablar
es que quiero ayudar al mundo a cambiar
que loco
si realmente se pudiera
y todo el mundo se pusiera alguna vez
a realizar
No ves que todo va
todo creciendo hacia arriba
y el sol siempre saldra
mientras que a alguien le queden
ganas de amar.
tu cuerpo en mis brazos me ayuda a
estar contigo
quizas nadie entienda
vos me tratas como si fuera algo mas
que un ser
Te acuerdas de ayer , era tan normal
la vida era vida y el amar no era paz
que extraño
ahora me siento diferente
pienso que todavia me quedan tantas cosas
por dar
No ves que todo va
todo creciendo hacia arriba
y el sol siempre saldra
mientras que a alguien le queden
ganas de amar
Perdoname amor por tanto hablar
es que quiero ayudar al mundo a cambiar
que loco
si realmente se pudiera
y todo el mundo se pusiera alguna vez
a realizar
No ves que todo va
todo creciendo hacia arriba
y el sol siempre saldra
mientras que a alguien le queden
ganas de amar.
C C Cumings, (Nadie, ni siquiera la lluvia, tiene manos tan pequeñas.)
en un lugar en el que nunca he estado, felizmente más allá
de cualquier experiencia, tus ojos tienen su silencio:
en tu gesto más frágil están las cosas que me cercan,
o aquellas que no puedo tocar porque están demasiado cerca
tu mirada más leve fácilmente puede descerrarme,
pese a que he cerrado mi ser como dedos,
vos me abrís siempre pétalo por pétalo, como la Primavera abre
(tocando hábilmente, misteriosamente) su primera rosa
o, si es tu voluntad cerrarme, yo y
mi vida se cerrarán muy hermosamente, repentinamente,
como cuando el centro de esta flor imagina
la nieve descendiendo cuidadosamente en todas partes
Nada de lo que podemos percibir en este mundo se compara
con el poder de tu intensa fragilidad: cuya textura
me fuerza con el color de sus tierras,
mostrando muerte y eternidad con cada respiración
(no sé que hay en vos que se cierra
y se abre; sólo que hay algo en mí que entiende
que la voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas)
Nadie, ni siquiera la lluvia, tiene manos tan pequeñas.
CC Cumings
de cualquier experiencia, tus ojos tienen su silencio:
en tu gesto más frágil están las cosas que me cercan,
o aquellas que no puedo tocar porque están demasiado cerca
tu mirada más leve fácilmente puede descerrarme,
pese a que he cerrado mi ser como dedos,
vos me abrís siempre pétalo por pétalo, como la Primavera abre
(tocando hábilmente, misteriosamente) su primera rosa
o, si es tu voluntad cerrarme, yo y
mi vida se cerrarán muy hermosamente, repentinamente,
como cuando el centro de esta flor imagina
la nieve descendiendo cuidadosamente en todas partes
Nada de lo que podemos percibir en este mundo se compara
con el poder de tu intensa fragilidad: cuya textura
me fuerza con el color de sus tierras,
mostrando muerte y eternidad con cada respiración
(no sé que hay en vos que se cierra
y se abre; sólo que hay algo en mí que entiende
que la voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas)
Nadie, ni siquiera la lluvia, tiene manos tan pequeñas.
CC Cumings
Haruki Murakami. De qué hablo cuando hablo de correr (fragmento)
... Los pensamientos que acuden a mi mente, cuando corro , se parecen a las nubes del cielo.Nubes diversas formas y tamaños Nubes que vienen y se van Pero el cielo siempre es el cielo. Las nubes son sòlo meras invitadas. Algo que pasa de largo y se dispersa y sòlo queda el cielo. El cielo es algo que al tiempo que existe, no existe. Algo material y a la vez inmaterial . Y a nosotros no nos queda sino aceptar la existencia de ese inmenso recipiente
Haruki Murakami.
Haruki Murakami.
martes, 23 de agosto de 2011
Albert Camus, la peste (fragmento)
"Decidió redactar la narración que aquí termina, por no ser de los que se callan, para tesrtimoniar en favor de los apestados, para dejar por lo menos un recuerdo de la injusticia y de la violencia que les había sido hecha y para decir simplemente algo que se aprende en medio de las plagas: que hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio.
Pero sabía que, sin embargo, esta crónica no puede ser el relato de la victoria definitva. No puede ser más que el testimonio de lo que fue necesario hacer y que sin duda deberían seguir haciendo contra el terror y el arma infatigable, a pesar de sus derramamientos personales, todos los hombres que, no pudiendo ser santos, se niegan a admitir las plagas y se esfuerzan, no obtante, por ser médicos."
Otto Renè Castillo, los amantes
encontrado hace poco.
Y hace pronto
se habían separado,
llevándose
cada uno consigo
su nunca o su jamás
su afirmación de olvido,
su golpeador dolor.
Pero el último beso
que volara de sus bocas,
era un planeta azul.
Girando
en torno a su ausencia.
Y ellos
vivían de su luz
igual que de su recuerdo.
Otto Renè Castillo
Otto Renè Castillo
lunes, 22 de agosto de 2011
Jorge Drexler, la edad del cielo
No somos mas
que una gota de luz
una estrella fugaz
una chispa tan solo en la edad del cielo
No somos lo que quisieramos ser
Solo un breve latir
en un silencio antiguo con la edad del cielo
Calma, todo esta en calma
deja que el beso dure
deja que el tiempo cure
deja que el alma
tenga la misma edad
que la edad del cielo
No somos mas
que un puñado de mar
una broma de Dios
un capricho del sol
del jardin del cielo
no damos pie entre tanto tic tac
entre tanto big bang
solo un grano de sal
en el mar del cielo
que una gota de luz
una estrella fugaz
una chispa tan solo en la edad del cielo
No somos lo que quisieramos ser
Solo un breve latir
en un silencio antiguo con la edad del cielo
Calma, todo esta en calma
deja que el beso dure
deja que el tiempo cure
deja que el alma
tenga la misma edad
que la edad del cielo
No somos mas
que un puñado de mar
una broma de Dios
un capricho del sol
del jardin del cielo
no damos pie entre tanto tic tac
entre tanto big bang
solo un grano de sal
en el mar del cielo
Leopoldo Marechal, pròlogo indispensable ( ( la primavera reìa sobre las tumbas)
En cierta mañana de octubre de 192., casi al mediodía, seis hombres nos internábamos en el cementerio de Oeste, llevando a pulso un ataúd de modesta factura (cuatro tablitas frágiles) cuya levedad era tanta, que nos parecia llevar en su interior, no la vencida carne de un hombre muerto, sino la materia sutil de un poema concluido. El astrólogo Schultze y yo empuñabamos las manijas de la cabecera, Franky Amundsen y Del Solar habían tomado las de los pies: al frente avanzaba Luis Pereda, fortachón y bamboleante como un jabalí ciego; detrás iba Samuel Tesler, exhibiendo un gran rosario de cuentas negras que manoseaba con ostentosa devoción. La primavera reía sobre las tumbas, cantaba en el buche de los pájaros, ardía en los retoños vegetales, proclamaba entre cruces y epitafios su jubilosa incredulidad acerca de la muerte. Y no había lágrimas en nuestros ojos ni pesadumbre alguna en nuestros corazones; porque dentro de aquel ataúd sencillo (cuatro tablitas frágiles) nos parecía llevar no la pesada carne de un hombre muerto, sino la materia leve de un poema concluido. Llegamos a la fosa recién abierta: el ataúd fue bajado hasta el fondo. Redoblaron primero sobre la caja los terrones amigos, y a continuación las paladas brutales de los sepultureros. Arrodillado sobre la tierra gorda, Samuel Tesler oró un instante con orgullosos impudor, mientras que los enterradores aseguraban en la cabecera de la tumba una cruz de metal en cuyo negro corazón de hojalata se leía lo siguiente:
ADAN BUENOSAYRES R.I.P. Luego regresamos todos a la Ciudad de la Yegua Tobiana.
Consagré los días que siguieron a la lectura de los dos manuscritos que Adán Buenosayres me había confiado en la hora de su muerte, a saber: el Cuaderno de Tapas Azules y el Viaje a la Oscura Ciudad de Cacodelphia. Aquellos dos trabajos me parecieron tan fuera de lo común, que resolví darlos a la estampa, en la seguridad de que se abrirían un camino de honor en nuestra literatura. Pero advertí más tarde que aquellas páginas curiosas no lograrían del público una intelección cabal, si no las acompañaba un retrato de su autor y protagonista. Me di entonces a planear una semblanza de Adán Buenosayres: a la idea originaria de ofrecer un retrato inmóvil sucedió la de presentar a mi amigo en función de vida; y cuanto más evocaba yo su extraordinario carácter, las figuras de sus compañeros de gesta, y sobre todo las acciones memorables de que fui testigo en aquellos días, tanto más se agrandaban ante mis ojos las posibilidades novelescas del asunto. Mi plan se concretó al fin en cinco libros, donde presentaría yo a mi Adán Buenosayres desde su despertar metafísico en el número 303 de la calle Monte Egmont, hasta la medianoche del siguiente día, en que ángeles y demonios pelearon por su alma en Villa Crespo, frente a la iglesia de San Bernardo, ante la figura inmóvil del Cristo de la Mano Rota. Luego transcribiría yo el Cuaderno de Tapas Azules y Viaje a la Oscura Ciudad de Cacodelphia, como sexto y séptimo libros de mi relato.
Las primeras páginas de esta obra fueron escritas en París, en el invierno de 1930. Una honda crisis espiritual me sustrajo después, no sólo a los afanes de la literatura, sino a todo linaje de acción. Afortunadamente, y muy a tiempo, advertí yo que no estaba llamado al difícil camino de los perfectos. Entonces, para humillar el orgullo de algunas ambiciones que confieso haber sustentado, retomé la páginas de mi Adán Buenosayres y las proseguí bien que desganadamente y con el ánimo de quien cumple un gesto penitencial. Y como la penotencia trae a veces frutos inesperados, volví a cobrar por mi obra un interés que se mantuvo hasta el fin, pese a las contrariedades y desgracias que demoraron su ejecución.
La publico ahora, vacilando aún entre mis temores y mis esperanzas. Antes de acabar este prólogo, debo advertir a mi lector que todos los recursos novelescos de la obra, por extraños tal vez que les resulten a algunos, se ordenan rigurosamente a la presentación de un Adán Buenosayres exacto, y no a vanidosos intentos de originalidad literaria. Por otra parte, fácil ha de serle comprobar que, tanto en la cuerda poética como en la humorística, he seguido fielmente la tónica de Adán Buenosayres en su Cuaderno y en su Viaje. Y una observación final: podría suceder que alguno de mis lectores identificara a ciertos personajes de la obra, o se reconociera él mismo en alguno de ellos. En tal caso, no afirmaré yo hipócritamente que se trata de un parecido casual, sino que afrontaré las consecuencias: bien sé yo que, sea cual fuere la posición que ocupan en el Infierno de Schultze o los gestos que cumplen en mis cinco libros, todos los personajes de este relato levantan una "estatura heroica"; y no ignoro que, si algunos visten el traje de lo ridículo, lo hacen graciosamente y sin deshonor, en virtud de aquel "humorismo angélico" (así lo llamó Adán Buenosayres) gracias al cual también la sátira puede ser una forma de la caridad, si se dirije a los humanos con la sonrisa que tal vez los ángeles esbozan ante la locura de los hombres.
(Pròlogo del Adan Buenos Aires)
Consagré los días que siguieron a la lectura de los dos manuscritos que Adán Buenosayres me había confiado en la hora de su muerte, a saber: el Cuaderno de Tapas Azules y el Viaje a la Oscura Ciudad de Cacodelphia. Aquellos dos trabajos me parecieron tan fuera de lo común, que resolví darlos a la estampa, en la seguridad de que se abrirían un camino de honor en nuestra literatura. Pero advertí más tarde que aquellas páginas curiosas no lograrían del público una intelección cabal, si no las acompañaba un retrato de su autor y protagonista. Me di entonces a planear una semblanza de Adán Buenosayres: a la idea originaria de ofrecer un retrato inmóvil sucedió la de presentar a mi amigo en función de vida; y cuanto más evocaba yo su extraordinario carácter, las figuras de sus compañeros de gesta, y sobre todo las acciones memorables de que fui testigo en aquellos días, tanto más se agrandaban ante mis ojos las posibilidades novelescas del asunto. Mi plan se concretó al fin en cinco libros, donde presentaría yo a mi Adán Buenosayres desde su despertar metafísico en el número 303 de la calle Monte Egmont, hasta la medianoche del siguiente día, en que ángeles y demonios pelearon por su alma en Villa Crespo, frente a la iglesia de San Bernardo, ante la figura inmóvil del Cristo de la Mano Rota. Luego transcribiría yo el Cuaderno de Tapas Azules y Viaje a la Oscura Ciudad de Cacodelphia, como sexto y séptimo libros de mi relato.
Las primeras páginas de esta obra fueron escritas en París, en el invierno de 1930. Una honda crisis espiritual me sustrajo después, no sólo a los afanes de la literatura, sino a todo linaje de acción. Afortunadamente, y muy a tiempo, advertí yo que no estaba llamado al difícil camino de los perfectos. Entonces, para humillar el orgullo de algunas ambiciones que confieso haber sustentado, retomé la páginas de mi Adán Buenosayres y las proseguí bien que desganadamente y con el ánimo de quien cumple un gesto penitencial. Y como la penotencia trae a veces frutos inesperados, volví a cobrar por mi obra un interés que se mantuvo hasta el fin, pese a las contrariedades y desgracias que demoraron su ejecución.
La publico ahora, vacilando aún entre mis temores y mis esperanzas. Antes de acabar este prólogo, debo advertir a mi lector que todos los recursos novelescos de la obra, por extraños tal vez que les resulten a algunos, se ordenan rigurosamente a la presentación de un Adán Buenosayres exacto, y no a vanidosos intentos de originalidad literaria. Por otra parte, fácil ha de serle comprobar que, tanto en la cuerda poética como en la humorística, he seguido fielmente la tónica de Adán Buenosayres en su Cuaderno y en su Viaje. Y una observación final: podría suceder que alguno de mis lectores identificara a ciertos personajes de la obra, o se reconociera él mismo en alguno de ellos. En tal caso, no afirmaré yo hipócritamente que se trata de un parecido casual, sino que afrontaré las consecuencias: bien sé yo que, sea cual fuere la posición que ocupan en el Infierno de Schultze o los gestos que cumplen en mis cinco libros, todos los personajes de este relato levantan una "estatura heroica"; y no ignoro que, si algunos visten el traje de lo ridículo, lo hacen graciosamente y sin deshonor, en virtud de aquel "humorismo angélico" (así lo llamó Adán Buenosayres) gracias al cual también la sátira puede ser una forma de la caridad, si se dirije a los humanos con la sonrisa que tal vez los ángeles esbozan ante la locura de los hombres.
(Pròlogo del Adan Buenos Aires)
Juan Rulfo, diles que no me maten,(fragmento)
...Lo habían traído de madrugada. Y ahora era ya entrada la mañana y él seguía todavía allí, amarrado a un horcón, esperando. No se podía estar quieto. Había hecho el intento de dormir un rato para apaciguarse, pero el sueño se le había ido. También se le había ido el hambre. No tenía ganas de nada. Sólo de vivir. Ahora que sabía bien a bien que lo iban a matar, le habían entrado unas ganas tan grandes de vivir como sólo las puede sentir un recién resucitado. Quién le iba a decir que volvería aquel asunto tan viejo, tan rancio, tan enterrado como creía que estaba. Aquel asunto de cuando tuvo que matar a don Lupe. No nada más por nomás, como quisieron hacerle ver los de Alima, sino porque tuvo sus razones. Él se acordaba:
Don Lupe Terreros, el dueño de la Puerta de Piedra, por más señas su compadre. Al que él, Juvencio Nava, tuvo que matar por eso; por ser el dueño de la Puerta de Piedra y que, siendo también su compadre, le negó el pasto para sus animales.
Primero se aguantó por puro compromiso. Pero después, cuando la sequía, en que vio cómo se le morían uno tras otro sus animales hostigados por el hambre y que su compadre don Lupe seguía negándole la yerba de sus potreros, entonces fue cuando se puso a romper la cerca y a arrear la bola de animales flacos hasta las paraneras para que se hartaran de comer. Y eso no le había gustado a don Lupe, que mandó tapar otra vez la cerca para que él, Juvencio Nava, le volviera a abrir otra vez el agujero. Así, de día se tapaba el agujero y de noche se volvía a abrir, mientras el ganado estaba allí, siempre pegado a la cerca, siempre esperando; aquel ganado suyo que antes nomás se vivía oliendo el pasto sin poder probarlo.
Juan Rulfo
Juan Rulfo
para leer el cuento completo: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/rulfo/diles.htm
miércoles, 17 de agosto de 2011
Bertol Brecht, una pregunta para cada historia
Tebas, la de las Siete Puertas, ¿quién la construyó?
En los libros figuran los nombres de los reyes.
¿Arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra?
Y Babilonia, destruida tantas veces,
¿quién la volvió a construir otras tantas? ¿En qué casas
de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron?
La noche en que fue terminada la Muralla china,
¿a dónde fueron los albañiles? Roma la Grande
está llena de arcos de triunfo. ¿Quién los erigió?
¿Sobre quiénes triunfaron los Césares? Bizancio, tan cantada,
¿tenía sólo palacios para sus habitantes? Hasta en la fabulosa Atlántida,
la noche en que el mar se la tragaba, los habitantes clamaban
pidiendo ayuda a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó la India.
¿El sólo?
César venció a los galos.
¿No llevaba consigo ni siquiera un cocinero?
Felipe II lloró al hundirse
su flota. ¿No lloró nadie más?
Federico II ganó la Guerra de los Siete Años.
¿Quién la ganó, además?
Una victoria en cada página.
¿Quién cocinaba los banquetes de la victoria?
Un gran hombre cada diez años.
¿Quién paga sus gastos?
En los libros figuran los nombres de los reyes.
¿Arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra?
Y Babilonia, destruida tantas veces,
¿quién la volvió a construir otras tantas? ¿En qué casas
de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron?
La noche en que fue terminada la Muralla china,
¿a dónde fueron los albañiles? Roma la Grande
está llena de arcos de triunfo. ¿Quién los erigió?
¿Sobre quiénes triunfaron los Césares? Bizancio, tan cantada,
¿tenía sólo palacios para sus habitantes? Hasta en la fabulosa Atlántida,
la noche en que el mar se la tragaba, los habitantes clamaban
pidiendo ayuda a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó la India.
¿El sólo?
César venció a los galos.
¿No llevaba consigo ni siquiera un cocinero?
Felipe II lloró al hundirse
su flota. ¿No lloró nadie más?
Federico II ganó la Guerra de los Siete Años.
¿Quién la ganó, además?
Una victoria en cada página.
¿Quién cocinaba los banquetes de la victoria?
Un gran hombre cada diez años.
¿Quién paga sus gastos?
Raymond Chandler, el largo adìos (fragmento)
“Hay rubias y rubias, y hoy es casi una palabra que se toma en broma. Todas las rubias tienen su no sé qué, excepto, tal vez, las metálicas, que son tan rubias como un zulú por debajo del color claro, y en cuanto al carácter. Tan suave y blanco como el empedrado de la acera.
Existe la rubia pequeña y agradable, que gorjea como los pájaros, y la rubia alta y estatuaria, que lo envuelve a uno en una mirada azul de hielo. Existe la rubia que lo mira a uno de arriba abajo y tiene un perfume encantador y resplandece tenuemente y se cuelga del brazo y está siempre muy, muy cansada cuando usted la acompaña a su casa. Ella hace ese gesto de impotencia y tiene ese maldito dolor de cabeza y a usted le gustaría aporrearla, aunque esté contento de haber descubierto lo del dolor de cabeza antes de haber invertido en ella demasiado tiempo, dinero y esperanzas. Porque el dolor de cabeza siempre estará así, es
un arma que nunca deja de usarse, y tan mortífera como la espada del asesino o el frasco de veneno de Lucrecia.
un arma que nunca deja de usarse, y tan mortífera como la espada del asesino o el frasco de veneno de Lucrecia.
Existe la rubia dulce, dispuesta y aficionada a la bebida, y que no le importa lo que lleva puesto — siempre que sea visón —o adónde va— siempre que sea el “Starlight Roof” y haya
mucho champaña seco—. Existe la rubia pequeña y altiva que es una verdadera compañera
y quiere pagar ella su cuenta y está llena de luz de sol y de sentido común que sabe judo
y puede lanzar al aire, por arriba del hombro, al conductor de un camión, sin perderse más
de una frase del editorial del Saturday Review. Existe la rubia pálida, pálida, con anemia
de tipo incurable, pero no fatal. Es muy lánguida y muy sombría y habla suavemente
como salida de no sé dónde, y usted no le puede poner un dedo encima, en primer
lugar porque no tiene ganas, y en segundo lugar porque ella está leyendo La tierra perdida
o Dante en el original o Kafka o Kierkegaard, o porque estudia dialecto provenzal. Adora
la música, y cuando la Filarmónica de Nueva York está tocando Hindemith, ella puede decirle
a usted cuál de los seis contrabajos entró un cuarto de tiempo más tarde. He oído decir
que Toscanini también es capaz de ello. Eso quiere decir que son dos.
mucho champaña seco—. Existe la rubia pequeña y altiva que es una verdadera compañera
y quiere pagar ella su cuenta y está llena de luz de sol y de sentido común que sabe judo
y puede lanzar al aire, por arriba del hombro, al conductor de un camión, sin perderse más
de una frase del editorial del Saturday Review. Existe la rubia pálida, pálida, con anemia
de tipo incurable, pero no fatal. Es muy lánguida y muy sombría y habla suavemente
como salida de no sé dónde, y usted no le puede poner un dedo encima, en primer
lugar porque no tiene ganas, y en segundo lugar porque ella está leyendo La tierra perdida
o Dante en el original o Kafka o Kierkegaard, o porque estudia dialecto provenzal. Adora
la música, y cuando la Filarmónica de Nueva York está tocando Hindemith, ella puede decirle
a usted cuál de los seis contrabajos entró un cuarto de tiempo más tarde. He oído decir
que Toscanini también es capaz de ello. Eso quiere decir que son dos.
Y, por último, existe la muñeca maravillosa y encantadora que sobrevive a tres reyes del
hampa y después se casa con un par de millonarios a un millón por cabeza y termina con
una villa de color de rosa pálido en Cap d’Antibes, un coche Alfa Romeo completo, con chófer
y acompañante, y una caballeriza de aristócratas enmohecidos a los que tratará con la atención distraída y afectuosa conque un anciano duque dice buenas noches a su criado.
hampa y después se casa con un par de millonarios a un millón por cabeza y termina con
una villa de color de rosa pálido en Cap d’Antibes, un coche Alfa Romeo completo, con chófer
y acompañante, y una caballeriza de aristócratas enmohecidos a los que tratará con la atención distraída y afectuosa conque un anciano duque dice buenas noches a su criado.
Aquel sueño atravesado en mi camino no pertenecía a ninguna de esas categorías; ni
siquiera era de este mundo. Era inclasificable: tan remota y clara como el agua de la
montaña, tan evasiva como su color…”
foto Marilyn Monroe, de la revista Life
siquiera era de este mundo. Era inclasificable: tan remota y clara como el agua de la
montaña, tan evasiva como su color…”
foto Marilyn Monroe, de la revista Life
martes, 16 de agosto de 2011
Charly Garcia, yo no quiero volverme tan loco
Yo no quiero volverme tan loco
yo no quiero vestirme de rojo
yo no quiero morir en el mundo hoy.
Yo no quiero ya verte tan triste
yo no quiero saber lo que hiciste
yo no quiero esta pena en mi corazón.
Escucho un bit de un tambor entre la desolación
de una radio en una calle desierta
están las puertas cerradas y las ventanas también
no será que nuestra gente está muerta?
Presiento el fin de un amor en la era del color
la televisión está en las vidrieras
toda esa gente parada que tiene grasa en la piel
no se entera ni que el mundo da vueltas.
Yo no quiero meterme en problemas
yo no quiero asuntos que queman
yo tan sólo les digo que es un bajón.
Yo no quiero sembrar la anarquía
yo no quiero vivir como digan
tengo algo que darte en mi corazón.
Escucho un tango y un rock
y presiento que soy yo
y quisiera ver al mundo de fiesta.
Veo tantas chicas castradas y tantos tontos que al fin
yo no se si vivir tanto les cuesta.
Yo quiero ver muchos más delirantes por ahí
bailando en una calle cualquiera
en Buenos Aires se ve
que ya no hay tiempo de más
la alegría no es sólo brasilera.
Yo no quiero vivir paranoico
yo no quiero ver chicos con odio
yo no quiero sentir esta depresión
voy buscando el placer de estar vivo
no me importa si soy un bandido
voy pateando basura en el callejón
Yo no quiero volverme tan loco
yo no quiero vestirme de rojo
yo no quiero morir en el mundo hoy.
Yo no quiero ya verte tan triste
yo no quiero saber lo que hiciste
yo no quiero esta pena en mi corazón.
Yo no quiero sentir esta pena en mi corazón.
yo no quiero vestirme de rojo
yo no quiero morir en el mundo hoy.
Yo no quiero ya verte tan triste
yo no quiero saber lo que hiciste
yo no quiero esta pena en mi corazón.
Escucho un bit de un tambor entre la desolación
de una radio en una calle desierta
están las puertas cerradas y las ventanas también
no será que nuestra gente está muerta?
Presiento el fin de un amor en la era del color
la televisión está en las vidrieras
toda esa gente parada que tiene grasa en la piel
no se entera ni que el mundo da vueltas.
Yo no quiero meterme en problemas
yo no quiero asuntos que queman
yo tan sólo les digo que es un bajón.
Yo no quiero sembrar la anarquía
yo no quiero vivir como digan
tengo algo que darte en mi corazón.
Escucho un tango y un rock
y presiento que soy yo
y quisiera ver al mundo de fiesta.
Veo tantas chicas castradas y tantos tontos que al fin
yo no se si vivir tanto les cuesta.
Yo quiero ver muchos más delirantes por ahí
bailando en una calle cualquiera
en Buenos Aires se ve
que ya no hay tiempo de más
la alegría no es sólo brasilera.
Yo no quiero vivir paranoico
yo no quiero ver chicos con odio
yo no quiero sentir esta depresión
voy buscando el placer de estar vivo
no me importa si soy un bandido
voy pateando basura en el callejón
Yo no quiero volverme tan loco
yo no quiero vestirme de rojo
yo no quiero morir en el mundo hoy.
Yo no quiero ya verte tan triste
yo no quiero saber lo que hiciste
yo no quiero esta pena en mi corazón.
Yo no quiero sentir esta pena en mi corazón.
Adolfo Bioy Casares, la trama celeste fragmento
Habrá infinitos mundos idénticos, infinitos mundos ligeramente variados, infinitos mundos diferentes. Lo que ahora escribo en este calabozo del fuerte del Toro, lo he escrito y lo escribiré durante la eternidad, en una mesa, en un papel, en un calabozo, enteramente parecidos. En infinitos mundos mi situación será la misma, pero tal vez la causa de mi encierro gradualmente pierda su nobleza, hasta ser sórdida, y quizá mis líneas tengan, en otros mundos, la innegable superioridad de un adjetivo feliz.
Pablo Neruda, y cuanto vive ?
Cuánto vive el hombre, por fin?
Vive mil días o uno solo?
Una semana o varios siglos?
Por cuánto tiempo muere el hombre?
Qué quiere decir "Para siempre"?
Preocupado por este asunto
me dediqué a aclarar las cosas.
Busqué a los sabios sacerdotes,
los esperé después del rito,
los aceché cuando salían
a visitar a Dios y al Diablo.
Se aburrieron con mis preguntas.
Ellos tampoco sabían mucho,
eran sólo administradores.
Los médicos me recibieron,
entre una consulta y otra,
con un bisturí en cada mano,
saturados a aureomicina,
más ocupados cada día.
Según supe por lo que hablaban
el problema era como sigue:
nunca murió tanto microbio,
toneladas de ellos caían,
pero los pocos que quedaron
se manifestaban perversos.
Me dejaron tan asustado
que busqué a los enterradores.
Me fui a los ríos donde queman
grandes cadáveres pintados,
pequeños muertos huesudos,
emperadores recubiertos
por escamas aterradoras,
mujeres aplastadas de pronto
por una ráfaga de cólera.
Eran riberas de difuntos
y especialistas cenicientos.
Cuando llegó mi oportunidad
les largué unas cuantas preguntas,
ellos me ofrecieron quemarme:
era todo lo que sabían.
En mi país los enterradores
me contestaron, entre copas:
"-Búscate una moza robusta,
y déjate de tonterías".
Nunca vi gentes tan alegres.
Cantaban levantando el vino
por la salud y la muerte.
Eran grandes fornicadores.
Regresé a mi casa más viejo
después de recorrer el mundo.
No le pregunto a nadie nada.
Pero sé cada día menos.
Pablo Neruda
domingo, 14 de agosto de 2011
Subcomandante Marcos , ¿de que tenemos que pedir perdon ?
¿De qué tenemos que pedir perdón? ¿De qué nos van a perdonar? ¿De no morirnos de hambre? ¿De no callarnos en nuestra miseria? ¿De no haber aceptado humildemente la gigantesca carga histórica de desprecio y abandono? ¿De habernos levantado en armas cuando encontramos todos los otros caminos cerrados? ¿De no habernos atenido al Código Penal de Chiapas, el más absurdo y represivo del que se tenga memoria? ¿De haber demostrado al resto del país y al mundo entero que la dignidad humana vive aún y está en sus habitantes más empobrecidos? ¿De habernos preparado bien y a conciencia antes de iniciar? ¿De haber llevado fusiles al combate, en lugar de arcos y flechas? ¿De haber aprendido a pelear antes de hacerlo? ¿De ser mexicanos todos? ¿De ser mayoritariamente indígenas? ¿De llamar al pueblo mexicano todo a luchar, de todas las formas posibles, por lo que les pertenece? ¿De luchar por libertad, democracia y justicia? ¿De no seguir los patrones de las guerrillas anteriores? ¿De no rendirnos? ¿De no vendernos? ¿De no traicionarnos?
¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo? ¿Los que durante años y años se sentaron ante una mesa llena y se saciaron mientras con nosotros se sentaba la muerte, tan cotidiana, tan nuestra que acabamos por dejar de tenerle miedo? ¿Los que nos llenaron las bolsas y el alma de declaraciones y promesas? ¿Los muertos, nuestros muertos, tan mortalmente muertos de muerte "natural," es decir, de sarampión, tos ferina, dengue, cólera, tifoidea, mononucleosis, tétanos, pulmonía, paludismo y otras lindezas gastrointestinales y pulmonares? ¿Nuestros muertos, tan mayoritariamente muertos, tan democráticamente muertos de pena porque nadie hacía nada, porque todos los muertos, nuestros muertos, se iban así nomás, sin que nadie llevara la cuenta, sin que nadie dijera, por fin, el "¡YA BASTA!" que devolviera a esas muertes su sentido, sin que nadie pidiera a las muertos de siempre, nuestros muertos, que regresaran a morir otra vez pero ahora para vivir? ¿Los que nos negaron el derecho y don de nuestras gentes de gobernar y gobernarnos? ¿Los que negaron el respeto a nuestra costumbre, a nuestro color, a nuestra lengua? ¿Los que nos tratan como extranjeros en nuestra propia tierra y nos piden papeles y obediencia a una ley cuya existencia y justeza ignoramos? ¿Los que nos torturaron, apresaron, asesinaron y desaparecieron por el grave "delito" de querer un pedazo de tierra, no un pedazo grande, no un pedazo chico, sólo un pedazo al que se pudiera sacar algo para completar el estómago?
¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo?
¿El presidente de la República? ¿Los secretarios de Estado? ¿Los senadores? ¿Los diputados? ¿Los gobernadores? ¿Los presidentes municipales? ¿Los policías? ¿El ejército federal? ¿Los grandes señores de la banca, la industria, el comercio y la tierra? ¿Los partidos políticos? ¿Los intelectuales? ¿Los medios de comunicación? ¿Los estudiantes? ¿Los maestros? ¿Los colonos? ¿Los obreros? ¿Los campesinos? ¿Los indígenas? ¿Los muertos de muerte inútil?
¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo?
Subcomandante Marcos
Subcomandante Marcos
texto y afiche extraido de la excelente : http://lacomunidad.elpais.com/gabrielt5/2007/7/23/-de-tenemos-pedir-perdon-del-subcomandante-marcos
Reynaldo Sietecase, mapa de mujer
Andar con los ojos destrozados de imágenes
basura y belleza
basura y belleza
amor e iniquiedades
atracos en el bondi
un niño que rie camino de la escuela
carteristas amables
señoras con perritos
bocinazos puteadas
besos en una plaza
viajar por Buenos Aires es navegar asfalto
una propuesta absurda
para alguien cansado de matar imposibles
un sorbo de aire
para un pez que boquea sin su boca
un dos un dos un dos
una marcha incesante en la marea humana
atracos en el bondi
un niño que rie camino de la escuela
carteristas amables
señoras con perritos
bocinazos puteadas
besos en una plaza
viajar por Buenos Aires es navegar asfalto
una propuesta absurda
para alguien cansado de matar imposibles
un sorbo de aire
para un pez que boquea sin su boca
un dos un dos un dos
una marcha incesante en la marea humana
Pasos extraviados en la manada
Sueños con trampa
Itinerarios submarinos en el subte
Intentos vanos por arribar a nada
Vueltas y vueltas alrededor de un recuerdo
motivos para un tango
Avanzo por la pista de sus contradicciones
"Te amarè para siempre"
Me dejò la perdi se volò la robaron
"Sos la mitad mas dulce de mi alma"
Me dejo la perdi se volò la robaron
Sueños con trampa
Itinerarios submarinos en el subte
Intentos vanos por arribar a nada
Vueltas y vueltas alrededor de un recuerdo
motivos para un tango
Avanzo por la pista de sus contradicciones
"Te amarè para siempre"
Me dejò la perdi se volò la robaron
"Sos la mitad mas dulce de mi alma"
Me dejo la perdi se volò la robaron
Capitán sin ejército
Arquero goleado en la final del mundo
Trazo mil estrategias para recuperar su espalda
El espacio abismal de la cama desierta
Suaviza en la nostalgia su música silente por la casa
Arquero goleado en la final del mundo
Trazo mil estrategias para recuperar su espalda
El espacio abismal de la cama desierta
Suaviza en la nostalgia su música silente por la casa
Que vuelva
La perdono
Me perdona
Y regreso
La perdono
Me perdona
Y regreso
Aviso:
Un perdido busca
a una mujer
perdida.
Un perdido busca
a una mujer
perdida.
Reynaldo Sietecase
pintura Horacio Sànchez Fantino
pintura Horacio Sànchez Fantino
jueves, 11 de agosto de 2011
Osvaldo Lamborghini , Un caso tortuoso
-Tanto dolor, ay, en la obviedad de la palabra obvia. Fue ayer un día de pasos transparentes donde a igual sinceridad y en bestial medida cada paso era un reflejo, una despedida, y al quebrarse el vidrio, a cada paso mío, yo quedaba ausente. Fue ayer un día de pasos transparentes. Caminé, compré sin ganas bajo el bronce, una novela rubia expuesta a la Recova de Once como quien ampara en la copa al delincuente, que quiebra el cuello de la mujer, igual que un tallo, en despedida. Fue ayer un día de pasos decadentes. Ayer un día de tanta transparencia para ver que quería hablar y no podía, tocar al pasar y no podía ¡Ayer fue un día!
-Tanto dolor, ay, en la obviedad de la palabra obvia. Hablábanme detrás las voces claras, a mis vulnerables espaldas les cantaban coros de no decir, de enmudecer. Coros de empalidecer, de no fluir, coros de no advertir -en un grado aceptable, transparente- tanto dolor, el ay, en la obviedad de la palabra obvia, obviamente. Por unos pesos de fraude encadenado compré la tal novela bajo el cobre. Y me fui a pasear a tantas millas que hasta pude olvidar las dulces esclavillas, que: en mi fantasía: adorantes me lamían el cáliz, lo hacían fluir y hacia él fluían. Ayer fue un día de pasos no esplendentes.
Al amparo de la copa el delincuente, bajo ese raro/amparo transparente, reflotó los trozos de su carne en mi bebida y yo rocé con los labios esa muerte: después tragué las hilachas cadavéricas, junto con el alcohol embestial medida. Fue ayer un día de soportar la embestida, transparente y al mismo tiempo aparatosa: consistía, ella, en una ráfaga lela, en una avalancha de capullos misteriosos -gacha flora- así como al compás de la novela esa fragilidad bebía transparencia de la copa y, en la carne muerta, bien leía.
Y leí después en letras de oro: “¿Por qué cantas o enmudeces todavía en este coro?” De los ganchos para la carne colgaban rimas (y bien que colgan) y ellas, las rimas, estaban podridas. He aquí -me murmuré- un espejo que no refleja, una vaciedad sin brilio que no asemeja, y he aquí un diálogo con el semejante que no puede seguir, ya, más adelante.
-Tanto dolor, ay, en la obviedad de la palabra obvia. Bajo el bronce, bajo el cobre, en medio de la red tendida por los pasos transparentes, compré por fin esa novela. EternamenteVinicius de Moraes, Suspensiòn
Fuera de mí, en el espacio, errante,
la música doliente de un vals;
en mí, profundamente en mi ser,
la música doliente de tu cuerpo;
y en todo, viviendo el instante de todas las cosas,
la música de la noche iluminada.
El ritmo de tu cuerpo en mi cuerpo...
El giro suave del vals lejano, indeciso...
Mis ojos bebiendo tus ojos, tu rostro.
Y el deseo de llorar que viene de todas las cosas
Vinicius de Moraes
foto : elen
foto : elen
Las Pelotas, pasajero
Bien, quizás fue una burla al destino
Pudiste abrir la puerta equivocada
Pudiste estar sin ver
Bebes , del agua que está contaminada
Quizás te está quemando la cabeza
Quizás es más la sed
No hay que vivir fingiendo
La cosa está al revés
Cuando, solo
Somos pasajeros
En este show
Bien, pensaste que no te equivocarías
Quizás te confundió la envidia ajena
Pudiste estar sin ver
Quién te puede explicar qué es la vida
Decirle al corazon que es mentira
Cuando quieres creer
No hay que vivir fingiendo
La cosa está al revés
Cuando, solo
Somos pasajeros
En este show
Bien, quizás fue una burla al destino
Pudiste abrir la puerta equivocada
Pudiste estar sin ver
La razón y el motor
Que pudo ser distinto
Ya será, que será
Que puede ser distinto
Pudiste estar sin fe…
Pudiste abrir la puerta equivocada
Pudiste estar sin ver
Bebes , del agua que está contaminada
Quizás te está quemando la cabeza
Quizás es más la sed
No hay que vivir fingiendo
La cosa está al revés
Cuando, solo
Somos pasajeros
En este show
Bien, pensaste que no te equivocarías
Quizás te confundió la envidia ajena
Pudiste estar sin ver
Quién te puede explicar qué es la vida
Decirle al corazon que es mentira
Cuando quieres creer
No hay que vivir fingiendo
La cosa está al revés
Cuando, solo
Somos pasajeros
En este show
Bien, quizás fue una burla al destino
Pudiste abrir la puerta equivocada
Pudiste estar sin ver
La razón y el motor
Que pudo ser distinto
Ya será, que será
Que puede ser distinto
Pudiste estar sin fe…
miércoles, 10 de agosto de 2011
Edward Hirsch , Edward Hopper y la casa junto a la vía de tren
Aquí fuera en el centro exacto del día,
esta casa desgalichada y rara tiene la expresión
del que sufre una mirada fija, del que contiene
el aliento bajo el agua, mudo y expectante;
esta casa se avergüenza
de sí misma, de sus mansardas fantasiosas
y su porche pseudogótico, se avergüenza
de sus hombros y sus manazas torpes.
Pero el hombre del caballete es implacable.
Es tan brutal como el sol, y cree
que la casa tuvo que hacer algo espantoso
a los que en otro tiempo la habitaron
para estar ahora tan atrozmente vacía,
tuvo que hacerle algo al cielo
para que también el cielo esté desierto
y no diga nada. Por ningún lado
crecen árboles ni arbustos: la casa
tuvo que hacerle algo a la tierra.
Lo único presente es una sóla vía
que va recta a lo lejos. No pasa el tren.
Ahora el forastero viene por aquí a diario,
y la casa sospecha que también él
está desolado; desolado
y avergonzado, incluso. La casa empieza
a mirarle de frente. Y sin saber cómo,
la tela en blanco va tomando despacio
la expresión de alguien acobardado,
que contiene el aliento bajo el agua.
Hasta que un día el hombre se va.
Es una última sombra de la tarde
que atraviesa la vía y se encamina
por el inmenso campo anochecido.
Pintará otras mansiones abandonadas,
y cristaleras de cafetería borrosas,
y escaparatesmal rotulados al borde de los pueblos.
Tendrán siempre la misma expresión,
la desnudez total de alguien que sufre
una mirada fija, alguien americano y desgalichado.
Alguien que va a quedarse solo
una vez más, y ya no lo soporta.
Edward Hirsch ,
pintura Eduard Hopper
esta casa desgalichada y rara tiene la expresión
del que sufre una mirada fija, del que contiene
el aliento bajo el agua, mudo y expectante;
esta casa se avergüenza
de sí misma, de sus mansardas fantasiosas
y su porche pseudogótico, se avergüenza
de sus hombros y sus manazas torpes.
Pero el hombre del caballete es implacable.
Es tan brutal como el sol, y cree
que la casa tuvo que hacer algo espantoso
a los que en otro tiempo la habitaron
para estar ahora tan atrozmente vacía,
tuvo que hacerle algo al cielo
para que también el cielo esté desierto
y no diga nada. Por ningún lado
crecen árboles ni arbustos: la casa
tuvo que hacerle algo a la tierra.
Lo único presente es una sóla vía
que va recta a lo lejos. No pasa el tren.
Ahora el forastero viene por aquí a diario,
y la casa sospecha que también él
está desolado; desolado
y avergonzado, incluso. La casa empieza
a mirarle de frente. Y sin saber cómo,
la tela en blanco va tomando despacio
la expresión de alguien acobardado,
que contiene el aliento bajo el agua.
Hasta que un día el hombre se va.
Es una última sombra de la tarde
que atraviesa la vía y se encamina
por el inmenso campo anochecido.
Pintará otras mansiones abandonadas,
y cristaleras de cafetería borrosas,
y escaparatesmal rotulados al borde de los pueblos.
Tendrán siempre la misma expresión,
la desnudez total de alguien que sufre
una mirada fija, alguien americano y desgalichado.
Alguien que va a quedarse solo
una vez más, y ya no lo soporta.
Edward Hirsch ,
pintura Eduard Hopper
Juan Carlos Onetti, Bienvenido Bob (fragmento )
Es seguro que cada día estará más viejo, más lejos del tiempo en que se llamaba Bob, del pelo rubio colgando en la sien, la sonrisa y los lustrosos ojos de cuando entraba silencioso en la sala, murmurando un saludo o moviendo un poco la mano cerca de la oreja, e iba a sentarse bajo la lámpara, cerca del piano, con un libro o simplemente quieto y aparte, abstraído, mirándonos durante una hora sin un gesto en la cara, moviendo de vez en cuando los dedos para manejar el cigarrillo y limpiar de ceniza la solapa de sus trajes claros.
Igualmente lejos -ahora que se llama Roberto y se emborracha con cualquier cosa, protegiéndose la boca con la mano sucia cuando tose- del Bob que tomaba cerveza, dos vasos solamente en la más larga de las noches, con una pila de monedas de diez sobre su mesa de la cantina del club, para gastar en la máquina de discos. Casi siempre solo, escuchando jazz, la cara soñolienta, dichosa y pálida, moviendo apenas la cabeza para saludarme cuando yo pasaba, siguiéndome con los ojos tanto tiempo como yo me quedara, tanto tiempo como me fuera posible soportar su mirada azul detenida incansable en mí, manteniendo sin esfuerzo el intenso desprecio y la burla más suave.
Igualmente lejos -ahora que se llama Roberto y se emborracha con cualquier cosa, protegiéndose la boca con la mano sucia cuando tose- del Bob que tomaba cerveza, dos vasos solamente en la más larga de las noches, con una pila de monedas de diez sobre su mesa de la cantina del club, para gastar en la máquina de discos. Casi siempre solo, escuchando jazz, la cara soñolienta, dichosa y pálida, moviendo apenas la cabeza para saludarme cuando yo pasaba, siguiéndome con los ojos tanto tiempo como yo me quedara, tanto tiempo como me fuera posible soportar su mirada azul detenida incansable en mí, manteniendo sin esfuerzo el intenso desprecio y la burla más suave.
Juan Carlos Onetti
fotografia Sam Taylor-Wood. de Sam Shepard Los redondos, todo un palo
El futuro llegó hace rato
todo un palo, ya lo ves!
Veámoslo un poco con tus ojos...
El futuro ya llegó!
Yo voy en trenes!
(no tengo donde ir...)
Algo me late
y no es mi corazón
Cómo no sentirme así?
¡si ése perro sigue allí!
¿Qué podría ser peor? (eso no me arregla...)
Eso no me arregla a mí!
Estás llamando a un gato con silbidos
el futuro ya llegó!
llegó como vos no lo esperabas
Todo un palo, ya lo ves
Yo voy en trenes!
(no tengo donde ir...)
Algo me late y no es mi corazón.
todo un palo, ya lo ves!
Veámoslo un poco con tus ojos...
El futuro ya llegó!
Yo voy en trenes!
(no tengo donde ir...)
Algo me late
y no es mi corazón
Cómo no sentirme así?
¡si ése perro sigue allí!
¿Qué podría ser peor? (eso no me arregla...)
Eso no me arregla a mí!
Estás llamando a un gato con silbidos
el futuro ya llegó!
llegó como vos no lo esperabas
Todo un palo, ya lo ves
Yo voy en trenes!
(no tengo donde ir...)
Algo me late y no es mi corazón.
martes, 9 de agosto de 2011
Charly Garcia, (àngeles y predicadores)
Un ángel cuida tu guarida, tu canción,
un ángel cuida tu suicida corazón.
Usando su nombre, hiriendo la piel,
no creo que lo puedas detener, por eso, déjalo ir.
Un ángel no tiene precio, no se puede comprar.
Usando su nombre, hiriendo su piel,
no creo que lo puedas detener, por eso déjalo ir.
Hombre sin ángel, ¿qué vas a hacer correrlo en la calle,
casarte con él?
Por eso déjalo ir.
Un ángel no tiene lugar, no tiene precio,
no se puede comprar.
Un ángel te puede tomar, tomar el cielo,
y en el cielo bailar...
Rodolfo Wilcock,la sinagoga de los iconoclastas, (fragmento)
“Llorenç Riber llega como un ángel, ligero, casi de puntillas, los brazos abiertos en cruz, las manos que revolotean armoniosamente siguiendo los desplazamientos a derecha o izquierda de los largos cabellos rubios, limpios y lacios. Es muy joven, pero ya ha conseguido hacerse un nombre entre los peores directores de España. En lugar de llevar el jersey debajo de la chaqueta lo lleva al cuello, como un boa, y cada vez que salta de impaciencia ante la incomprensión y la estupidez del mundo, se echa hacia atrás una manga de lana sobre el hombro, irritado, viperinamente amenazador.”
Enrique Bumburi, que tengas suertecita
Que tengas suertecita,
Que te conceda la vida,
De cada dia, lo que mereces!
Que no te falte de nada.
Que no te de la espalda,
La esperanza.
Que encuentres el buen camino,
Que sea el tuyo, y no el mio,
Y si es el mismo, enseñamelo.
Que no hagas caso de aduladores,
Que no te fies de los vencedores,
Ganando competiciones,
Elecciones, y popularidad.
Que tengas suertecita!
Que tengas suertecita...
Que no te falte capacidad, Que te conceda la vida,
De cada dia, lo que mereces!
Que no te falte de nada.
Que no te de la espalda,
La esperanza.
Que encuentres el buen camino,
Que sea el tuyo, y no el mio,
Y si es el mismo, enseñamelo.
Que no hagas caso de aduladores,
Que no te fies de los vencedores,
Ganando competiciones,
Elecciones, y popularidad.
Que tengas suertecita!
Que tengas suertecita...
Para discernir el mas aca,
Del confuso mas alla,
Que es realidad aparte.
Que no pierdas mas el tiempo,
Que ser el rico del cementerio,
No es buen invento,
Y es peor epitafio.
Que no hagas demasiado caso,
A lugares muy escasos,
Y la mentira una bonita creación.
Que no te falte esa canción,
Que repare tu corazón,
En el momento peor,
Que hayas conocido.
Que tengas suertecita!
domingo, 7 de agosto de 2011
Jorge Boccanera, envios
Todo lo que se da llega a destiempo.
No existe otra manera.
Entre el ojo y la mano hay un abismo.
Entre el quiero y el puedo hay un ahogado.
Un país que asoma su cabeza deforme en una
carta,
y va a darse a destiempo, nada es lo que
esperabas.
Y lo que llega envuelto en papel de regalo se irá
sucio de odio.
Bailamos entre los escombros de una cita.
Dibujamos una taza de café en el desierto.
Vivimos de sumar y de restar:
lo que te da el amor, lo que te quita el miedo.
Al final nos entregan los huesos de un perfume.
Aún así persistimos.
En alguna montaña vive un pez resbaloso.
Entre números rotos se desliza una estrella.
No existe otra manera.
Entre el ojo y la mano hay un abismo.
Entre el quiero y el puedo hay un ahogado.
Un país que asoma su cabeza deforme en una
carta,
y va a darse a destiempo, nada es lo que
esperabas.
Y lo que llega envuelto en papel de regalo se irá
sucio de odio.
Bailamos entre los escombros de una cita.
Dibujamos una taza de café en el desierto.
Vivimos de sumar y de restar:
lo que te da el amor, lo que te quita el miedo.
Al final nos entregan los huesos de un perfume.
Aún así persistimos.
En alguna montaña vive un pez resbaloso.
Entre números rotos se desliza una estrella.
Michael Jackson, no se preocupan por nosotros
Cabeza rapada, cabeza muerta
Todos se descarrilaron
Situacion, agravacion
Todo el mundo denuncia
En la suite, en la noticias
Todos los alimentos para perros
Bang, bang, un disparo para matar
Todos se estan volviendo locos
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros
Golpeame, odiame
Jamas podras vencerme
Hazme, emocioname
Jamas podras matarme
Convierteme a judio, demandame
Todos me hacen
Pateame, pateame
No me etiquetes como negro o como blanco.
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros.
Dime en que se ha convertido mi vida
Tengo dos hijos y una esposa que me aman
Yo soy la victima de la brutalidad policial, ahora
Estoy cansado de ser la victima del odio
Me estas quitando el orgullo
Oh, por Dios
Mire al cielo para cumplir es profecia...
Liberame
Cabeza rapada, cabeza muerta
Todos se descarrilaron
Temor, especulacion
Todos denuncian
En la suite, en las noticias
Todos los alimentos para perros
Hombre negro, correo negro
Arroja a tu hermano a la carcel
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros
Dime que ha sido de mis derechos
¿Soy invisible porque me ignoras?
Tu proclamacion me prometio libertad, ahora
Estoy cansado de ser victima de la vergüenza
Me arrojan en la clase con un mal nombre
No puedo creer que esta sea la tierra de donde vengo
Sabes que realmente odio decirlo
Tu gobierno no quiere ver
Pero si Roosevelt estuviera vivo
No dejaria que esto pasara, no, no
Cabeza rapada, cabeza muerta
Todos se descarrilaron
Situacion, especulacion
Todos litigan
Golpeame, golpeame
Jamas podras desecharme
Golpeame, pateame
Jamas me atraparas
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros
Hay algunas cosas en la vida que ellos no quieren ver
Pero si Martin Luther estuviera vivo no dejaria que esto pasara
Cabeza rapada, cabeza muerta
Todos se descarrilaron
Situacion, segregacion
Todos denuncia
En la suite, en las noticias
Todos los alimentos para perros
No me creas correcto o equivocado.
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros.
Todos se descarrilaron
Situacion, agravacion
Todo el mundo denuncia
En la suite, en la noticias
Todos los alimentos para perros
Bang, bang, un disparo para matar
Todos se estan volviendo locos
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros
Golpeame, odiame
Jamas podras vencerme
Hazme, emocioname
Jamas podras matarme
Convierteme a judio, demandame
Todos me hacen
Pateame, pateame
No me etiquetes como negro o como blanco.
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros.
Dime en que se ha convertido mi vida
Tengo dos hijos y una esposa que me aman
Yo soy la victima de la brutalidad policial, ahora
Estoy cansado de ser la victima del odio
Me estas quitando el orgullo
Oh, por Dios
Mire al cielo para cumplir es profecia...
Liberame
Cabeza rapada, cabeza muerta
Todos se descarrilaron
Temor, especulacion
Todos denuncian
En la suite, en las noticias
Todos los alimentos para perros
Hombre negro, correo negro
Arroja a tu hermano a la carcel
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros
Dime que ha sido de mis derechos
¿Soy invisible porque me ignoras?
Tu proclamacion me prometio libertad, ahora
Estoy cansado de ser victima de la vergüenza
Me arrojan en la clase con un mal nombre
No puedo creer que esta sea la tierra de donde vengo
Sabes que realmente odio decirlo
Tu gobierno no quiere ver
Pero si Roosevelt estuviera vivo
No dejaria que esto pasara, no, no
Cabeza rapada, cabeza muerta
Todos se descarrilaron
Situacion, especulacion
Todos litigan
Golpeame, golpeame
Jamas podras desecharme
Golpeame, pateame
Jamas me atraparas
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros
Hay algunas cosas en la vida que ellos no quieren ver
Pero si Martin Luther estuviera vivo no dejaria que esto pasara
Cabeza rapada, cabeza muerta
Todos se descarrilaron
Situacion, segregacion
Todos denuncia
En la suite, en las noticias
Todos los alimentos para perros
No me creas correcto o equivocado.
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros
Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros.
foto 2
Al conmemorarse este miércoles el Día Internacional Contra la Tortura, dirigentes de la CECT depositaron en el palacio de La Moneda su informe, titulado “Tortura y Chile en sus 200 años”.
En su introducción, sostiene que el actual sistema socio-económico “excluye del acceso a bienes y servicios fundamentales a gran parte de la población y se ha impuesto y mantenido recurriendo a la represión estatal”.
Entre las denuncias, destaca la aplicación de la Ley Antiterrorista (1984), la utilización de la tortura en las detenciones, tratos inhumanos a menores y la vigencia de la impunidad por los asesinatos de mapuches, como el caso del comunero Jaime Mendoza Collío, muerto por la espalda por un Carabinero.
Actualmente hay 57 presos políticos mapuches procesados o sentenciados por Ley Antiterrorista, según la CECT, que resalta especialmente el encarcelamiento desde hace tres años de la lonko (dirigenta) Juana Calfunao, fundadora de la organización.
El informe, de 70 páginas, incluye denuncias de persecución de periodistas extranjeros y artistas visuales chilenos, como la cineasta Elena Varela, recientemente absuelta luego de seis años de acusaciones falsas y detenciones arbitrarias.
El documento señala que “similar situación ha afectado, entre otros, a Azel Luzuriaga, escritor y músico vasco, detenido el 31 de diciembre de 2009 por la Ley Antiterrorista, bajo la acusación de colocación de bombas. En febrero de 2010 se decretó su arresto domiciliario y el arraigo nacional”.
Por otro lado, la Comisión criticó también las deficientes condiciones al interior de las cárceles.
La CECT, que incluyó numerosos anexos de diversas organizaciones defensoras de los derechos humanos y testimonios de casos de tortura, llamó -ante los 200 años de vida republicana- a derogar la “ley de auto amnistía de la dictadura (de Augusto Pinochet)”.
Asimismo, pidió castigo para los agentes del Estado involucrados en graves violaciones a los derechos humanos, como la tortura, la desaparición forzada de personas y la ejecución sumaria de prisioneros.
informaciòn extraida de la adhb de chile:
/adhb.wordpress.com/2010/06/29/denuncian-represion-contra-trabajadores-estudiantes-y-mapuches-chile/
sábado, 6 de agosto de 2011
foto 1
Foto de portada del dìario clarin,del dia 6 agosto 2011 en la cual se muestra como la policia tucumana reprime a latigazos a una mujer , en el dia de ayer, debido al ocupamiento de tierras
Vinicius de Moraes, Rosa de Hiroshima
Piensen en la criaturas
Mudas telepáticas
piensen en las niñas
Ciegas inexactas
Piensen en las mujeres
Rotas alteradas
Piensen en las heridas
Como rosas cálidas
Pero oh no se olviden
De la rosa de la rosa
De la rosa de Hiroshima
La rosa hereditaria
La rosa radioactiva
Estúpida e inválida
La rosa con cirrosis
La antirosa atómica
Sin color sin perfume
Sin rosa sin nada.
Vinicius de Moraes
Mudas telepáticas
piensen en las niñas
Ciegas inexactas
Piensen en las mujeres
Rotas alteradas
Piensen en las heridas
Como rosas cálidas
Pero oh no se olviden
De la rosa de la rosa
De la rosa de Hiroshima
La rosa hereditaria
La rosa radioactiva
Estúpida e inválida
La rosa con cirrosis
La antirosa atómica
Sin color sin perfume
Sin rosa sin nada.
Vinicius de Moraes
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