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jueves, 19 de mayo de 2011

Jorge Luis Borges, La leyenda


Abel y Caín se encontraron después de la muerte de Abel. Caminaban
por el desierto y se reconocieron desde lejos, porque los dos eran muy
altos. Los hermanos se sentaron en la tierra, hicieron un fuego y comieron.
Guardaban silencio, a la manera de la gente cansada cuando declina el día.
En el cielo asomaba alguna estrella, que aún no había recibido su nombre.
A la luz de las llamas, Caín advirtió en la frente de Abel la marca de la piedra
y dejó caer el pan que estaba por llevarse a la boca y pidió que le fuera
perdonado su crimen.
Abel contestó:
-¿Tú me has matado o yo te he matado? Ya no recuerdo; aquí estamos
juntos como antes.
-Ahora sé que en verdad me has perdonado -dijo Caín-, porque olvidar es
perdonar. Yo trataré también de olvidar.
Abel dijo despacio:
-Así es. Mientras dura el remordimiento dura la culpa.
Jorge Luis Borges

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