Mi patria son grosellas verdes y moradas de la huerta. Antes que chileno soy magallánico. Antes que magallánico soy de Puerto Natales. Y antes soy latinoamericano. Y antes soy de este planeta. Mi patria no tiene bandera. Ni himno. Mi patria fue la sopa de mi abuela. Mi llanto desbocado por una mujer. La pelota de trapo. El río que atraviesa el pueblo. También mi patria fue la injusticia. Los pobres alimentados con patata y cebolla. Mi patria es el cilantro. El viejo tren de mi infancia. Mi bicicleta roja. Mi patria fue la calle Corrientes de Buenos Aires. El barrio de San Telmo. Mi patria es Jorge Lagos Nilsson. Miguel Mazzeo. Ramón Díaz Eterovic. Yoel Novoa. Mi patria fue el vino y el viento. Un atardecer en Puerto Prat. Mi hijo es mi patria. Mis amigos. Mis queridos amigos que tanto amo. A veces también olvido que el olvido es mi patria. Mi patria no es una cosa territorial. No es una cosa. No se circunscribe al área cercana a un hospital. Al perímetro que delimita con mi angustia. Mi patria es Joyce, Céline, Carver. También tú querido lector. Tú también eres mi patria. Las mujeres que amé. Las que dejé de amar. Las que me engañaron. Las que engañé. Mi patria es lo que haré mañana. Lo que dejaré de hacer. Mi patria eres tú. Soy yo. Pasajeros interestelares rumbo a la próxima estación. Agur.
Hugo Vera: inmaculadadecepcion.blogspot.com.a
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